No sé en qué momento mi vida empezó a girar en torno a ti, sobre lo que tú sentías. Olvidándome de mí por pensar en ti.
Soy una extensión de ti y mi corazón depende de tu estado anímico, todo provocado por él, ese pobre diablo que ha logrado contribuir al incremento de mi dolor, a la llegada de las lágrimas, el olor de la sangre y el asqueroso miedo a comer.
Amarte es beber en veneno con apuro, la peste del alcohol que desprendes se clava en mi alma y en mi ansiedad.
Hoy quiero decirte que en ti existen dos almas, tu cuerpo está dividido entre el alcohol y la recuperación.
La primer alma es mi amiga, la que me consuela y me abraza. Es el alma que ríe conmigo a carcajadas y que se vuelve mi cómplice así me vea gorda o delgada.
La segunda no parece alma, es un demonio egoísta que sólo existe para herirme, para maldecirme y acelerar mi corazón hasta que hiera respirar. Contigo cerca sólo anhelo morir, deshacerme de este infierno para siempre.
Acomoda tu dolor en mi dolor y por una vez entiende que me siento fatal, que prefiero dormir y olvidar. Revíveme, sácame de este pozo de pastillas que adormecen mi roto espíritu.
Ámame como yo te amo,
Olvídate de él.
Posa tu mirada en mí, porque me ahogo... Y me urge respirar. Al lado de tu alma sobria.
Ámame y entrega tu amor maternal, quiero creer que aún no es tarde.