Tengo prohibiciones extrañas,
nadie dice nada pero yo decido que no.
Hay una voz dentro de mí,
no la puedo callar, no puedo.
Esa voz exclamó: basta, yo decido cuánto más.
Y las pastillas suelen silenciarla,
no siempre, no.
Soy una viajera desprotegida,
soy...soy... a veces me siento nada.
Porque la voz exclamó: ¡no eres nada!
Cuesta respirar, el corazón se aflige.
La vida me ha prohibido ser como los demás,
los veo y encuentro tan lejos,
Demasiado lejos.
Fuera de mí, se desenfocan todos;
y sólo veo y pienso...
el agua y la comida.
El caos y la perfección se unen para siempre,
la alegría y el odio enardecen,
estoy furiosa, hay demasiado coraje.
Y esa es mi historia diaria.
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