miércoles, 5 de junio de 2019

Muy poca luz

Dios, a veces desearía de corazón que me liberaras de mí misma. Que apagaras este espíritu temoroso que mientras aumentan sus años menos sabe vivir. Me entrego al encierro como una niña pequeña, soy débil y cobarde... No me siento capaz de enfrentar el mar de las masas.

No soy como ellos, porque la ira se apega a mis inseguridades y me convierto en una bomba que amenaza en silencio. Dios, a veces quisiera manipular el universo con una sola mano, a veces quisiera convertirme en las olas presurosas, bellas y peligrosas. No puedo inspirar el mismo respeto en este cuerpo que sólo se siente grato al hacerse daño.

Perdóname por ahogarme con mis lágrimas, por dejarme llevar en los impulsos del rencor, perdóname por ser de alma pequeña, porque mi vela produce muy poca luz. A veces, Dios, a veces quisiera ser parte del silencio y de la infinidad de la oscuridad, a veces me anhelo en las filas del no-existir.

No me gusta aceptarlo, pero me canso de mentir; me odio, odio mi cara, odio mi piel, odio mi nariz, odio mis piernas, odio odio odio. Detesto pertenecer a este cuerpo imperfecto y a esta mente insana. Desearía prender en fuego todos los demonios que nacen de mi, estas palabras son más suaves que los golpes y las cicatrices. Quiero parar el dolor.

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