viernes, 27 de noviembre de 2020

Eviterno pleamar

Lo declaro realidad mas no penitencia.
Tengo un corazón, soy humana y no puedo evitar sentir, aún rodeada de tantos cerebros. Soy real y eso me hace llorar aunque no sea una niña pequeña. No debería ser una regla la edad ni el sexo para llorar a mares. No puedo escapar de un corazón que todavía late. 

A orillas del mar mi canto no suena mal, porque sólo me acompaña arena y agua. Tal vez me identifique porque compartimos la sal y la marea. Esta enfermedad es crónica, no puedo eludir esta herencia de la infancia. Soy lo que soy y eso no significa que esté muerta, al contrario, el cielo me envía todo su poder para enfrentar este amargo azul. Tengo que ser el doble de valiente, sin perder mi humanidad, sin perder mi esencia de ternura. No quiero olvidar mi amor al amor, mi ánimo por las pequeñas cosas que me puede entregar. No puedo seguir peleada con mi yo del pasado.

No acallaré a los fantasmas, puedo convivir con ellos, no me esconderé del espejo; aprenderé a verme de verdad, a ver lo que nunca quise; recurro a la aceptación de lo que puedo cambiar y lo que no. Seguiré intentando aún en contra de las piedras a mi alrededor. No me importa pisar los trozos de mis ilusiones con los pies descalzos, ya no quiero tener miedo.

Soy humana y me permito sufrir el oleaje. 

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