Empiezo a disfrutar de los días calmados con té negro, me acurruco en una mecedora y acaricio a un gato gris. Empiezo a disfrutar de los colores del cielo y del silencio. Aún tengo fantasmas dentro de mi cabeza, pero empiezo a entender que no está mal escoger el café a los vinos baratos, y la compañía de mi madre a encontrarme con gente a la que no entiendo.
No me puedo quejar, empiezo a entender que nací para vivir así y aunque mi felicidad sea distinta no deja de ser alegría. Paz, busco todavía paz. No soy una mala persona, merezco estabilidad emocional y me debo a mí misma el amor que busqué en otras personas.
Me pido perdón y me abrazo hoy. Mañana no existe todavía.
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