martes, 19 de octubre de 2021

Y lo que pasa factura se ríe de mí en la madrugada

¿Por qué cuándo somos tan menores de edad somos incapaces de sentir empatía por los demás? Sé que estoy generalizando, pero en mi experiencia adolescente (repudiada palabra) siempre brindé lo más patético de mí. No me malentiendas, sé que sufrí, por algo soy lo que ahora soy. Pero no en todos los escenarios era la víctima, mientras exigía amor también fui victimaria. También herí y me burlé de la baja autoestima de alguien más. Probablemente disimulé, pero por dentro al odiarme dañé a todas las personas que en algún momento vieron refugio en mí.

No soy una mala persona, pero fui una joven que utilizó sus herramientas para destruir a los demás. Y ciegamente en ese entonces creí que era inocente ¿Cómo no iba a serlo? Si despertaba en charcos de sangre y vendas entremezcladas en mis brazos. ¿Cómo no iba a serlo? Si dejé de alimentarme para obtener la aprobación de los demás. ¡Qué ceguera tan cínica! Mis decisiones las pagaban los otros, mis heridas eran el ancla del miedo al abandono. Sí, niña manipuladora y tonta. 

Las pesadillas se burlan de mí hoy, ya no soy una adolescente, adulto pagando sus culpas con lágrimas, arrepentimiento y mucha soledad. Ahora puedo ver que los demás no orbitaban alrededor de mí, que las personas no eran permanentes ni de acero. Los amigos y los amores se cansan, y sobrellevan sus propios traumas de la infancia. Todos la pasamos mal aquí.

Tal vez no soy igual, pero para algunas cosas también debo de entender que el tiempo y el cuerpo me entregan factura, no puedo huir porque la vida funciona así. Hasta de lo que me creía inocente voy a tomar la deuda. 

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