No es para morir, sino para vivir. No es la soga en tu cuello, es la soga en tus manos que insistes en no soltar. ¿Por qué te cuesta tanto dejar ir aquella versión de ti? No mientas, no eras más feliz, porque el amor no estaba en los números de esa báscula, todo el tiempo estuvo en ti, en tu ternura. Tampoco estaba en cuantas veces acariciaras la piel en donde más se marcaran tus huesos, ni en las veces que en lugar de gritar te mutilabas. Suélta la cuerda, ella ya se fue, posiblemente murió.
Lo único que quedó de ella en ti es el miedo a sentir, es la ausencia de amor propio, la codependencia y la adicción al letargo. Deja de herirte mirando mil veces tus fotografías del pasado, suelta la añoranza y vive el presente. Ahora esta eres tú, y créeme, las voces mienten. Ahora eres amada, muy amada, con todos tus errores y aciertos.
Déjalo pasar, empieza a vivirte tal y como eres.
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