lunes, 19 de mayo de 2014

Al príncipe y su llegada.


Mi nombre es Corina, tengo veinte años de edad. Soy emocionalmente inestable. Me gustan los peluches, el color rosa y los libros. No hay persona más vulnerable e insegura que yo. Escucho el piano para escribir mala poesía, bebo café mientras hago novelas que nunca acabo. Disfruto de los días soleados, pero también de la llovizna, y del olor de la tierra mojada. Tengo una fijación extravagante por las hadas, lanzo a mi boca demasiadas pastillas, y quizá pasan por mis labios demasiados cigarros. Aunque todo esto usted ya lo sabe, me gusta rememorar el milagro de su entrada a mi vida, de cómo se hizo tan esencial de a poco. De cómo me enamoró siendo solo usted. Protector, inseguro, celoso, tierno, romántico, detallista, apasionado, amoroso, distinto, mío. Por sobre todas las cosas, mío. Usted es mi esperanza, usted es mi ilusión. Me encanta ser quien soy cuando estoy a lado suyo, el no tener que callarme nada por miedo al rechazo, el no tener que fingir que algo me da gracia, que todo el tiempo soy feliz de forma absurda. Puedo pasar del cielo al infierno si toma mi mano, si sé en mi corazón que está y estará presente, que no nos dejaremos caer. Sabe que es el único que decidió quedarse en vez de olvidarme, que me ama conociendo todo de mí; incluso lo negativo. Se ha ganado a alguien que lo protegerá y amará para siempre, que le escribirá hasta el cansancio, llena de dulzura, de amor. Y yo me he ganado una luz, un verdadero compañero. Lo amo con toda la energía que hay en mi cuerpo, con mi corazón curado de fe. Lo amo, cariño, lo juro.

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