jueves, 19 de junio de 2014

Conversación de un sueño I

Abrí los ojos con ansia, supe casi de inmediato donde me encontraba. Estaba dentro del mismo sueño de todas mis noches. Un lugar al que muchas veces había acudido con desesperación. Como siempre, lucía una noche iluminada por las estrellas y la hermosa luna llena. Me encontraba en un balcón invadido por las hojas de los árboles. Estaba tan alto que me mareé.  Sentía que podía tocar el cielo.

  A escasos pasos de mí se encontraba un hombre de alta estatura, cabello rizado y con postura a la defensiva, era él. La persona que siempre aparecía. En mis sueños anteriores nunca estaba a mi alcance y por una extraña razón yo no daba los pasos necesarios para acercarme; temía molestarlo. Por eso en los sueños anteriores siempre me quedaba en mi sitio, observándolo mientras él dirigía su vista hacia el horizonte, como si yo no existiera.

  Pero esa noche era distinta, lo sentía. Sustraje valor de cada parte de mi cuerpo; tomando en cuenta que todo era parte de mi imaginación. Con una mano en el pecho me acerque a él y como pude llame su atención. Él estaba recargado en el balcón, repentinamente giró su vista hacia mi rostro. Trate de sonreírle pero mis labios se congelaron. Él me seguía mirando extrañado, esperando a que yo dijera una palabra. Como no lo hice se volvió y continuó mirando al horizonte, con indiferencia.

  Me tragué el miedo y con un suspiro lleve mi cuerpo hacia su lado, con la misma indiferencia me postré ahí. Lo imité colocando mi vista en la misma dirección en la que él veía. Después de varios minutos inhalé todo el aire que pude y comencé a hablar.

— Siempre estás aquí  Pronuncié angustiada sin voltearlo a ver. Él puso los ojos como platos y abrió la boca.
— Es el único lugar en el que puedo sentir que sigo siendo yo. — Tragó saliva.
 ¿A qué te refieres? ¡Si estás en mis sueños! Míos.  Me irrité.
— No comprendo nada de lo que dices. Ni siquiera sé quien eres tú. — Contestó.
— Mi nombre es Misery y todas las noches vengo aquí a observarte desde lejos.
— ¿En serio? Acosadora.
— Cállate — lo pellizqué. — No es a propósito. Inevitablemente al dormir acabo por soñarme aquí, contigo todo el tiempo.
 ¿Y por qué hasta ahora te acercaste a mí?  Dijo tratando de entender y rascándose la cabeza.
— Creo que tenía miedo, no de ti. Sino a tu reacción.
— Ah. Yo jamás te había visto — Entrecerró los ojos  No temas, no soy una mala persona. Suspiró.

  Esperé a que dijera algo más, pero se calló y durante un rato no dijo nada más. Yo estaba histérica, intrigada por preguntarle muchas cosas. Pero mi boca no decía nada, era como si alguien me dominara a mantener las palabras a raya.

— ¿Sabes? — Me asustó con su voz rasposa  Cuando vengo aquí me pongo a pensar en muchas cosas. Sobre mi vida, sobre mi familia y sobre mi carrera. Me siento satisfecho con lo que he cultivado y agradecido por lo que he cosechado. Pero hay algo, algo que falta. Como un vacío. ¿nunca te has sentido así?
— Humm  — Carraspeé  Muchas veces, como si todo lo que he hecho no fuera suficiente. No sé a que se deba, puede que ya haya perdido la cabeza.
— Claro  Sonrió — Me pasa igual. La gente me observa y me juzga diciendo cosas como: "¿Qué más puedes pedir? Tienes todo. Y las mujeres llueven a ti como miles de hojas en otoño. Tienes el dinero suficiente para mantenerte. Tu vida es perfecta". Bueno, tal vez soy un egoísta y deseo algo más que eso. Lo único que me llena temporalmente es componer música, supongo.
— No creo que seas egoísta  Acaricié su hombro  Yo creo que a todas las personas nos pasa alguna vez. Son momentos, pero pasará.
— Espero que tengas razón. ¿A ti qué te llevó hasta aquí?
 Eh  No sabía que responderle, la historia de mi vida era un poco complicada.  No encajo mucho con la gente. Soy introvertida, no confío en nadie.
— ¿Por qué confías en mi entonces? 
— No lo sé, debe ser porque no eres real — ironicé.
— Oh ¿sigues con la idea de que este es tu sueño? — Habló con un enojo fingido — Tú te metiste en él. Sin embargo me agradas.
— Tú me gustas — Repliqué secamente — Pero de lejos me parecía que eras frívolo y amargo.
— Ya he oído eso antes. Todo eso es solo una coraza. Cuido de mí— sonrió.

  Inspiré profundo y me quedé en silencio. Me sentía muy complacida por su compañía. Pero sentí una opresión en el pecho cuando recordé que este solo era un sueño más y que pronto despertaría, esfumándose todo en un instante.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté.
— Soy Nicolás.
— Tienes un nombre precioso.
— Es el sueño más realista que he tenido en mi vida. ¿Es normal?  Preguntó sobresaltándome.
— No lo sé, a estas alturas ya no estoy segura si soy yo la que sueña. Pero es el sueño bizarro más lindo que he tenido  Lo volteé a ver con una amplia sonrisa y tomé su pálida mano, con timidez la acaricié. Demostrándole que podía confiar en mí. Él me aceptó amablemente.
— No quiero que esto termine  Me ruboricé.
Yo tampoco. Quisiera quedarme aquí para siempre, contigo.

  Continuamos disfrutando de ese sueño, con una luna y unas estrellas eternas. Todo era demasiado real; podía oír la melodía que los grillos formaban, la calmada respiración del hombre que se encontraba justo a mí lado, y la sensación de desmayo cuando su piel rozaba la mía. Él era bellísimo. Lo abracé con fuerza y él correspondió mi abrazo. Mis mejillas ardían, sabía que mi sueño estaba por finalizar. Con ese abrazo me sentí igual que una pequeña niña, por primera vez sentí que los pedazos de mi corazón se unían.

— Tengo que irme ya — Dijo y me soltó, regalándome otro beso.
— ¿Te volveré a ver?  Pregunté preocupada.
— Siempre podrás encontrarme aquí.

  Se alejó, quise correr y retenerlo pero mis pies no me respondían. Intenté gritarle pero de mi garganta no salía sonido alguno, traté de alzar los brazos pero estos tampoco me respondían. Mi vista se nubló. Apreté los párpados y un minuto después logré abrirlos.

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