domingo, 25 de enero de 2015

Fuego

¿Por dónde escapo de la vida que me ha tocado? No puedo despedirme de mí misma, es imposible dejar de ser quien soy. ¿Cómo puede el alma atarse a un cuerpo que no tiene meta alguna? Nadie ha sido tan cobarde como yo lo soy ahora. Estancada, sin ganas. Pues no río, no lloro.
A veces tengo la intención de cambiar, llego a pensar que sí soy capaz de luchar contra el mundo. Hacerme de un espacio entre las masas, compartiendo mis pensamientos con una sociedad a la que odio. Pero al final pasa algo que me recuerda que sigo siendo yo.
Yo; silenciosa, vacía, borrosa. Enferma de personas y sus voces: de risas escandalosas que no entiendo.  Y aunque sé que no soy tan distinta a ellos, ¿cuál sería el objeto de soportarlos si conmigo tengo suficiente?
Estoy entre la muerte y la indiferencia; puedo dejar que mi vida continúe, acumular el dolor. Puedo quedarme a soportarlo todo, fingir que me interesa avanzar.
O puedo solo irme sin más. Marcharme.
Tal vez como el fuego me esparciré incontrolable, destruyendo lo que cruce mi camino. Un fuego que brilla solitario, que no se deja tocar jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario