viernes, 14 de agosto de 2015

Anxiety


Hay muchas cosas que quisiera decirte, o quizá, aullarte.  Lo único que me ofrece compañía es lo que más ruina me ha producido. Y eres tú. Como un sayón llegas a la oscuridad de mi abrigo. Pareces afable de lejos, pero cuando te acercas tu sombra me abraza en el vértigo del miedo a no sé qué. Me haces sentir las caricias de la muerte, su lengua infecta en mi oído, su farfulla y sus humillantes risotadas.

  Proyectas cuadros de cadáveres de la gente que amo, de mi cuerpo yaciendo en un sepulcro solitario. Me haces creer que siempre todo puede decaer. Y aunque a veces me desclavas, como deseándome felicidad; te veo reflejada en la ventana esperando a que la prosperidad escape de mi carne. Eres como un amante.

  Te enmascaro en cafeína, te envuelvo en textos de poesía, te represento en cientos de cartas jodidas; mensajes  a nadie. Con la llegada de la luna te vuelves titánica, tanto que me ciñes en tu manto. Mi sello desaparece y soy suplantada por un ser que respira por rutina, que no sabe amar, que no entiende de dichas. Todo me sabe a cenizas cuando estás conmigo.

  Hoy te puedo sentir a lado mío, juzgando mis palabras y mi forma de expresión. Sé qué dices que no puedo parar de perder mi tiempo, me hablas de mi estancamiento espiritual, odias todo lo que soy y reclamas todo lo que nunca seré. Nunca estarás satisfecha. A ti, que exclamas mis fallas, que repites de muerte muerte muerte dolor problemas; urges mi corazón como si me sintiera enamorada, vuelves trémulas mis manos. Me haces aporrear a las paredes mientras escucho el futuro turbio que me ofreces.

  No se muere. Me he vuelto loca y lo has logrado, fiel satélite.

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