miércoles, 20 de julio de 2016

Siempre tendré a la luna

19/07
Pueden caer sobre mí cien tragedias, lágrimas y aroma de alcohol... Todo en íntima relación con el dolor. El círculo de los vicios es cada vez más estrecho, dándole a la angustia puertas y ventanas abiertas. ¡Se me termina el tiempo! Se derrumban los castillos, no hay más ilusión... Este lugar enferma y transforma a cada ser que es engullido en sus habitaciones de fuego.

Hay, hay demasiado dolor, mucho dolor. Me quemas, me abrasas dolor, dolor, dolor, dolor.
Mi cuerpo ya acciona por instinto, mi corazón se aferra a sus latidos malditos, la sangre sigue coagulando; se aferra. ¡Mis pulmones gritan! Aún mis pies marchan con inercia al ineludible pozo negro... Con las putas risas falsas e ingratas.

Como quisiera poder callarme para siempre, abandonarme al inconsciente, ¡al no saber!
Borrosa, disuelta; comprometida a la desesperación infinita, te ruego que apagues mis luces.
Todavía me sorprende hallarte Luna, aguardándome. Sí, con tu paz blanca en mi balcón, esperando. Quisiera preguntarte qué otras angustias robas para crear tus historias, a cuántos presencias morir, a qué almas observas despiadada e inalterable.

Luna encendida, tu compañía alivia un poco las heridas, 
creas catarsis y ha pasado otro día.

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