jueves, 20 de junio de 2019

La luz verdadera

Luz verdadera, el placer del alcanzable sueño de volver a empezar. Ansiosa por iniciar el proceso que salve mi vida, literalmente el escape de mi muerte serán todas las terapias, las experiencias ajenas, el dolor compartido se vuelve menos. Deseo ser sincera, y decir que no será nada fácil, que no podré perdonar de la noche a la mañana todo el daño sufrido, y será difícil pedir perdón a todos a los que he dañado. Aún así debo intentar, debo quererme a mí misma. quererme a mí misma. Y poner el corazón en peligro antes de arriesgar el de mi familia. . Prometo ser fuerte, pero le ruego a Dios que guíe mis pasos hacia lo que es correcto para mí.

No más mentiras, no más odio hacia mí, no alejar a los que me quieren, volverme extrovertida de a poco, quiero ser mejor, no quiero sufrir un minuto más.

miércoles, 19 de junio de 2019

Del amor propio

¿Quién podría decir que algún día Corina pudiese hablar sobre el amor propio? Una persona hundida en el trastorno de la conducta alimentaria, una persona que se odia y se hace daño constantemente.

Sin embargo, aquí estoy, aprendiendo algo nuevo a mis venticuatro años de edad, cuando creía que lo sabía todo. Estoy en el comienzo del entendimiento sobre mí misma y sobre quién soy. Quiero amarme como nunca lo hice, aceptar mi cuerpo se vuelva gordo o delgado. Debo dejar de temerle a la comida, que sólo es el alimento indispensable de mi cuerpo. Los huesos expuestos nunca serán bellos.

Leo, leo y leo sobre mi pobre autoestima, me siento culpable por haberme maltratado así, por destruirme a base de palabras y navajas. ¡Se tiene que terminar! El cuerpo es mi herramienta y mi alma caótica siempre ha sido hermosa aunque me cueste notarlo.

No soy perfecta y debo dejar de pretender serlo, pero en mi huracán puedo sentirme bella dentro y fuera. Y atreverme a amar otra vez, sin miedo al rechazo.

miércoles, 5 de junio de 2019

Muy poca luz

Dios, a veces desearía de corazón que me liberaras de mí misma. Que apagaras este espíritu temoroso que mientras aumentan sus años menos sabe vivir. Me entrego al encierro como una niña pequeña, soy débil y cobarde... No me siento capaz de enfrentar el mar de las masas.

No soy como ellos, porque la ira se apega a mis inseguridades y me convierto en una bomba que amenaza en silencio. Dios, a veces quisiera manipular el universo con una sola mano, a veces quisiera convertirme en las olas presurosas, bellas y peligrosas. No puedo inspirar el mismo respeto en este cuerpo que sólo se siente grato al hacerse daño.

Perdóname por ahogarme con mis lágrimas, por dejarme llevar en los impulsos del rencor, perdóname por ser de alma pequeña, porque mi vela produce muy poca luz. A veces, Dios, a veces quisiera ser parte del silencio y de la infinidad de la oscuridad, a veces me anhelo en las filas del no-existir.

No me gusta aceptarlo, pero me canso de mentir; me odio, odio mi cara, odio mi piel, odio mi nariz, odio mis piernas, odio odio odio. Detesto pertenecer a este cuerpo imperfecto y a esta mente insana. Desearía prender en fuego todos los demonios que nacen de mi, estas palabras son más suaves que los golpes y las cicatrices. Quiero parar el dolor.