sábado, 7 de marzo de 2020

¿Por qué dejé de comer?

Soy Corina, tengo veinticinco años y a partir de hoy anhelo profundamente ser lo más sincera que me permita el alma. Aunque duela, siempre se ha dicho que la catarsis es buena al espíritu. Y ahora que he aprendido tantas cosas y que mi mente se ha abierto a un mundo maravilloso y peligroso al mismo tiempo, ahora, ahora hablaré sin tapujos sobre mis enfermedades mentales. Porque así es esto, no es sólo prosa mal escrita, son sentimientos enfermos. ¿Por qué negarme más?

Es momento de crecer, Corina, y aunque nadie escuche, aunque nadie lea, voy a decir una de todas mis verdades. Como dicen los alcohólicos: "Sólo por hoy" ya mañana veremos...

Desde que tengo uso de razón he tenido problemas con la comida, es difícil entrar a detalle de todas las humillaciones, de las veces que permití que otras personas me hiciesen sentir como mierda, me acostumbré a no valer nada para mí misma. Me hacía la idiota, disfrazando mi falta de amor propio con timidez. Hasta que dije ya no más, pero todo para mal. Mal, mal, mal.

A la histeria de mi trastorno alimenticio yo la llamé demonio frío, porque simplemente dejé de comer, no de un día para otro, progresivamente como cualquier adicción. Mi adicción era el demonio frío, contando calorías, escondiéndome de la gente para evitar la comida, masticando lento, atacándome de agua. Tan carente de energía, con frío todo el tiempo, vista nublada, sensación de desmayo, dormir, dormir, dormir.

El ejercicio desde el odio, detestándome cada vez que mi estómago exigía comida, sin que nadie lo notara. Alcanzando una meta, mi "felicidad". Sin querer darme cuenta caí en una enfermedad mortal, eterna, ansiosa. Me estaba matando con una sonrisa en los labios, con una báscula que enmarcaba los cuarenta y cuatro kilos. 

¿Y para qué? Para agradar a los demás, acallar las críticas, sin embargo la gente nunca está conforme, siempre encuentran la manera de hundirte un poco más en la miseria. Obsesiva compulsiva, pastillas que sustituían la vida. Un poco más de cama, por favor...

Hasta que en mis huesos fríos, abrazada al demonio, todo se hizo negro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario