jueves, 29 de octubre de 2020

Autoestima destruida

 Soy una persona egoísta, muy egoísta. Son pocas las veces en que decido enfrentarme a esa realidad, a veces parece mentira, parece que soy capaz de fingir. Sin embargo aquí estoy de nuevo, perdiéndome en los bosques de mi baja autoestima. Buscando a los fantasmas de mi pasado, buscando la respuesta a esta horrible situación, la forma de escapar de esta habitación de superficialidades, cuerpos grandes, miedo a la gente, miedo a los amigos, miedo de salir.

Soy egoísta, porque me encierro en mí misma, porque siempre consigo la forma de victimizarme, ¡no quiero provocarlo! Mas mi corazón golpetea en mi pecho, las lágrimas salen por sí solas, y no quiero consolar a nadie más, no quiero saber de la gente y sus problemas, incluso si son mis amigos, mis hermanos, mi familia... Me concentro en mi odio a mí misma, me retiro a mi propio dolor. No puedo abrazar, ya no puedo dar calor, me siento fría, muy fría. No soy capaz de abandonar el sentido apático de mi propio rostro.

Sé cómo construyo una torre de soledad, un castillo atrapado en los hierbajos, abandonado todo, muriendo sin nadie a mi costado. Solo yo en mi rápida putrefacción. Los olores que emanen de mí demostrarán lo que realmente le ofrecí al mundo. Nada más que penas, nada más que odio, angustia y ansiedad. Quisiera decir que lo siento, pero no quiero engañar a nadie más.

No merezco el amor de mis padres, porque he sabido manipular a conveniencia, es crudo, pero es real. Mi hipersensibilidad los lastima, mi nula vida social los preocupa, mis ganas de nada... Sé que lloran en silencio y no lo merecen, quisiera liberarlos de mí sin dolor, ojalá existiera una manera de morir sin que nadie me recuerde, sin que nadie sufra por mi causa.

Me cansan los espejos y el demonio que vive en ellos, me cansa habitar mi propio cuerpo, me harta tener que vivir conmigo misma. Ojalá desvanecerse. Tatuaría en mi pecho la palabra que mejor me define: Egoísta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario