sábado, 16 de enero de 2021

El leve vaho que desaparece en el cristal

Esto es más que un par de chistes malos, a pesar de adormecerme por años en la pena. Al menos sé que hoy existe una luz que alcanzar, una esperanza de vivir más allá de los traumas infantiles. Porque sí, la niñez deja una huella imborrable para bien o para mal. 

Mis victorias están en no ser la misma que ayer, aprender del sufrimiento es una nueva vía que se me ha enseñado, es como abrir los ojos a un plan c. No todo podrá ser dicha pero tampoco tormenta, es decir, tengo mi fe puesta en las pequeñas cosas. De ahora en adelante deseo dejar atrás el romance de la angustia, ya nunca más quiero aullarle a la luna. Prefiero llorar, prefiero gritar y quejarme por tonterías, prefiero escribir sin vergüenza. No quiero ser la víctima de nadie, no quiero desquitar mi mala suerte con otro ser humano.

Mis palabras son mi armadura, porque sé que el dolor no se va a terminar, pero tengo todavía quien me quiera, y sobre todo me tengo a mí... con las altas y bajas que esto conlleve. Creo que estoy aprendiendo a perdonarme y a entender que el pasado no se puede cambiar, que mientras pueda respirar puedo forjar el futuro. Paso a paso, sin correr, aún disfrutando de mis próximas equivocaciones.

Mamá, papá; te amo. Mis huesos se irán curando, mi cerebro será tratado. No me apena saber que estoy enferma, porque sé que tengo la cura cerca de mí. Es cuestión de fe, de tiempo y de música, mucha música. 

https://www.youtube.com/watch?v=lmtFV9aVX_g

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