Tengo el corazón podrido, no sé cómo curarme el alma. Lo único que sé con seguridad es que no vuelvo a caer en el mismo pozo. Quizás en el futuro me esperan tragos más amargos. Pero hoy no, no voy a caer.
No pienso perderme en la
inmensidad del mar, prefiero quedarme aquí aunque me llamen cobarde, prefiero
mantener las riendas apretadas, los pies en el barco y el ancla abajo. No
quiero que la marea me aleje hoy de aquí. Sólo busco la paz, no eterna, pero
aún momentánea me hace feliz. Eso espero de este domingo. Quiero cubrirme de
estrellas, de sueños. Mamá te amo, no voy a arruinarlo esta vez. Existo para
hacerte feliz y existes para curarme las heridas de la vida.
Me mantengo en este barco,
contigo y con mis gatos, aspirando el olor del mar, mareándome con el vaivén.
Riendo a carcajadas, pero con la audacia de elegir lo que a largo plazo no nos
hará daño. No puedo ni quiero pedirle más a la vida. Esta noche somos tú y yo,
quizás unas cuántas lágrimas necesarias. Pero me alejo de mis obsesiones por
unas horas.