viernes, 25 de febrero de 2022

Soltería

Me escribo a mí misma, porque esto se ha vuelto más un diario de confesiones sinceras que prosa ficticia. 

Nunca tuve muchos novios, empecé a tenerlos a partir de la preparatoria, y fueron uno o dos. Después conocí a gente por internet y comencé relaciones ahí. Y confieso, aún con algo de pena, que de las personas que más me enamoré siempre fueron de la web. Seguramente nunca he sido lo suficientemente guapa para tener muchos novios en la vida real. 

Lo único que sí puedo decir es que amé como una loca, amé con toxicidad, pero también con mucha entrega. También anduve con tipos que no me inspiraban nada, pero andaba sólo por sentir, patética.

Estos últimos años, antes de pensar en leucemia, enfermedades autoinmunes, etcétera, no me importaba estar sola. Llevo ahora por lo menos tres años sin siquiera pretendientes, y sé que mi error ha sido encerrarme, odiar los bares y las reuniones, aunque sea un cliché no encajo. 

Sin embargo, ahora en el hospital fantaseaba como si fuera una adolescente, con alguien abrazándome diciéndome que todo iba a estar bien, que sus besos me dieran aliento para seguir adelante, que sus palabras de amor me hicieran revivir, alguien que estuviera conmigo sin tener que ser por obligación, como sucede con la familia muchas veces. Alguien que tomara mi mano para transmitirme fuerzas.

Por eso a veces me arrepiento de escoger estar sola, aunque después recuerdo que primero tengo que tratar con un psiquiatra para mis trastornos, para no herir a alguien que no tiene la culpa de mis problemas mentales. ¿Me lo mereceré? Es decir, estar sola. 

domingo, 20 de febrero de 2022

Voluble

No sé si todos los humanos son así de volubles o sólo yo. Seguramente lo primero. ¿O serán los medicamentos? No lo sé, pero creo que todos tenemos derecho  sentirnos así sin ser juzgados.

Por supuesto que estoy agradecida de estar en casa y de que mi mamá esté viva, pero... Hoy me siento rara, con el corazón apachurrado. Probablemente es el miedo de repetir la historia, de lo que vi durante la hospitalización, de darme cuenta que me estoy haciendo adicta otra vez, de empezar de cero. De no saber cuándo las cosas irán abajo de nuevo.

Odio ser así, porque disfruto poco, mi paz se perturba rápidamente por culpa de la ansiedad, la pinche ansiedad que no deja descansar mi cerebro con escenarios futuros llenos de catástrofe, adelantándome a lo que no ha pasado. Por eso de pronto prefiero dormir, aún cuando las pesadillas reclamen mis miedos, prefiero dormir.

Ojalá mañana sea uno de esos días buenos. 

sábado, 19 de febrero de 2022

Please don't take my sunshine away

Qué extraño es estar aquí, acompañada de mis velas y el sonido de las teclas de la computadora. Pensé en algún punto que nunca volvería a escribir, que se me iba lo que más quería.

Soy realista porque a pesar de todo nada es lo mismo aquí, mi mente es una maraña de miedo y aprendizaje. Rompieron mi burbuja y mataron a puñetazos mi soberbia. Después de estar casi dos meses en el hospital, cuidando a mi mamá. Sabiendo que las probabilidades de que viviera eran pocas. La tuve que ver inerte, y tuve que escucharla decir que se estaba muriendo.

Sé que alguien nos cuida, porque de alguna manera y aunque sigamos necesitando tratamiento, ella está viva. No puedo creer que yo pensaba que le demostraba mi amor, cuando ahora tuve que demostrarlo con acciones más fuertes, no puede negarse, me costó. Pero creo que fuimos valientes, ahora sí en las buenas y en las malas.

La vida también me demostró que sólo nuestra familia se preocupa, se mueve, cuando buscábamos sangre para mamá con desesperación pocos respondían. Y un amigo que creí que me quería nunca volvió a contestar. Trato de no juzgarlo pero soy humana y duele.

También conocí a gente en el hospital que sufría y aún así se mostraba valiente, vi la muerte de cerca, vi la indiferencia pero también vi el verdadero amor incondicional. Familia que rechazaba estuvo ahí, y espero poder pedir perdón por haber sido tan desconfiada y soberbia.

Dios, fueron días horriblemente difíciles, en los que tenía que comer chatarra del oxxo y atiborrarme de cafés andatti. A veces llorábamos mamá y yo, a veces lloraba nuestro compañero de habitación. Platicábamos con ellos, muchas otras veces también tuve que pelear. Cosa que me cuesta horrores por ser asocial. Tuve que enfrentar, y esta vez no era mi mamá la que me defendía del mundo, ahora era yo. Lecciones fuertes, pero certeras. 

Todavía tengo miedo, pero le pido a Dios que no me arranque la energía ni la valentía para afrontar todo lo que aún falta. Y gracias por darnos otra oportunidad, no dejes de iluminarme el camino para hacer lo correcto, ayúdame a perderle esta ansiedad que me causó el hospital. A tomar las cosas buenas o las cosas que me hicieron crecer, y tirar a la basura lo que ya no me sirve de nada.

El universo tiene una manera bastante cómica de acomodar las cosas, aunque nos sarandea al mismo tiempo nos regala pequeños milagros que se vuelven grandes.