viernes, 24 de septiembre de 2010

Esta noche no sabía que escribir...por pensar en él.


Qué extraña me siento observando el teclado con indiferencia, tratando de pensar que poesía o novela apasionada escribiré el día de hoy. Y me quedo hora tras hora sin que ninguna idea ilumine mis pensamientos. Solamente se llena mi cabeza de tonterías sobre la vida o de el hombre que rompió mi corazón en miles de pedazos. Realmente me siento completamente perdida sin un rumbo fijo en donde continuar mi camino. A veces sólo necesito un fuerte y enorme abrazo pero no hay quien me lo pueda proporcionar y eso me hace aún más triste. Y vuelvo a pensar en él, mi eterno verdugo, juro que he luchado contra mi corazón, haciéndole la guerra. Reprimiendo su sentir. Pero no puedo olvidarme de él, ¡No puedo! Cada vez que cierro los ojos está ahí, en mis sueños, en mis días y en mis noches de insomnio y lo peor es que nadie me comprende. Nadie puede escucharme porque no han vivido lo que yo viví con él. Es tan doloroso verlo feliz, completo y satisfecho. Mientras su sombra me sigue a todas partes, tanto sus recuerdos como sus detalles que tan pronto se volvieron grises que dejaron una huella en mí y yo, yo siempre lo querré. Aunque el nudo en la garganta no me deje respirar y la herida lacerante en mi pecho siga recordándome que él me dejó sola cuando más lo necesitaba. Debería quizá de ser más orgullosa, pero ese mismo orgullo me está comiendo viva, me corta y punza. No entiendo por qué no he de superarlo ya, debería ser más fácil y no logro arrancarlo de aquí dentro. Se fue y dejó que su veneno se extendiera lentamente por todo mi cuerpo. ¿Qué diablos pasa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario