viernes, 8 de abril de 2011

Me has cubierto de estrellas


Ojalá alguien brillara igual o más que tú. Ojalá alguien pudiese arrancarte mi corazón de tus manos, finalmente podría ser feliz. Pero no puedo obligármelo a hacer, pero no puedo sacarte de mi ser. La soledad es como la oscuridad, y yo lo intento, borrarte de mí no puedo, ya no puedo más. Quiero gritar, mis lágrimas perder. Yo aquí te espero salvando en mí la fe de tu regreso. Debo de olvidarte, está prohibido recordarte en esta noche gris. Pero tú, sólo tú, alguna vez recuérdame, por favor, estoy atrapada en ti. Sueño de más y en esos sueños está tu espíritu, rememoro aquellos días, entre dulces palabras, ahora maltratadas. Déjame irme lejos, que la distancia me guarde aliento y no sufrimiento. Demuéstrame que alguna vez existí en tu vida, dime que ya no soy más que un recuerdo, pero dime cuanto me querías. Deslízate en mi sombra y hazme ver la luz, la luz. Soy incapaz de ver por mí misma que tu presencia se ha ido eternamente. Fechas imborrables, heridas indestructibles, caricias inexistentes. Lágrimas que caen como torrentes, entre amor y rencor. Melancolía vieja, absurda, innombrable. Destellos de esperanza y fugaces encuentros con la realidad. Cayéndose, despedazándose, cortándome, marcándome, matándome. Y lo que yo siento, siempre fue sincero. Tú has sido un engaño, tu mentira que hace que sobreviva a esta vida. Que él sepa que el brillo de su ausencia por siempre arderá. Los tragos amargos me aniquilan y en su delirio brillan. Los versos me logran soñar con sus besos, que él sepa cuanto le quiero, cuanto le amo. Ilusiones vengan a mí otra vez, háganme creer que él va a regresar y que de mí jamás se irá. Aunque sé que jamás entenderá que el eco de su adios me partió más que en dos. Señales, son verdades, que arden y mi fingida razón deshacen. A él, que absurdamente su encuentro espero, a quien le guardo afecto y me condeno. Dame una razón más para no amarlo y te daré millones más para no olvidarlo. No es mi intención su retención sino por él sentir tanto amor. Escucho los latidos de mi corazón, los que duelen por un desamor, mismo que con ironía me mantiene viva, aunque a su abrazo no podré correr deprisa. Guíenme un camino a sus pasos, lo seguiré y seguiré, prometo no me detendré, pues sé que valdrá la pena hasta el final llegar.

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