martes, 3 de enero de 2012

Detrás de Andrómeda ll


Fue estrictamente necesario hacer la parte dos. Vaya si he cambiado, vaya si. Mi nombre es Corina Roque Zamudio. Tengo dieciocho años de edad, uso lentes, estoy por empezar el sexto semestre de Preparatoria. Escribo poesía cuando estoy nostálgica, o sea siempre. Y de vez en cuando sorprendo a mi lector con alguna novela o relato corto. Estoy tratando de probar suerte escribiendo canciones, ahí la llevo. Cada día soy más insegura de mí misma, no lo puedo evitar, a veces me siento de otro planeta. He pasado mucho tiempo sola. Mi familia no es una familia real, créanme, está repleta de discusiones, gritos, distanciamientos, enfermedades, golpes, etc. Mi único motor es y siempre será mi pequeño hermanito. Colecciono hadas de porcelana y puedo pasarme horas admirándolas, son perfectas y dentro de la fantasía, pueden desplegar sus alas y escapar de los problemas que las aquejen si así lo desean, quisiera ser como ellas. Últimamente estoy triste todo el tiempo, me observo tan gris, juro que no es una broma, este tiempo no he parado de llorar internamente y sólo anhelo que este dolor culmine ya. Soy soñadora por excelencia, hago una vida hermosa dentro de mis sueños, tomando de la realidad solamente lo que me gusta y desechando las amarguras, pero de las quimeras no puedo existir. Cuando tengo que ir a la cama, el insomnio hace su aparición y quiero arrancarme la cabeza por unos momentos para dejar de pensar. Me coloco mis auriculares, leo y leo novelas hasta saciarme, para escapar un poco de mi vida real. Así de jodida soy. Escribo en mis redes sociales lo feliz que soy, más para convencerme a mí misma que a los demás. Detrás de cada poema escrito en mi blog, hay un pesado dolor que no sé remediar. No quiero ser la mártir, sólo quiero sacar todo la negrura que cargo en mí. Cuando llego al colegio, sí, río y me divierto un poco, pero como un verdugo aparece algún mal recuerdo a arruinarme. Me siento un fantasma que ronda por la casa. Mi padre nunca me escucha, nunca tiene tiempo para mí, sólo puedo extender la mano y tomar su dinero, no entiende nada de lo que soy. Mi madre siempre está cansada, siempre está fastidiada y las pastillas antidepresivas la convierten en alguien que no es. Mi hermana no existe. Mi hermanito, bueno, es mi sol. La música y las letras se han convertido en mi compañía y en mi consuelo, no se han ido como ha hecho todo el mundo y me entienden. He perdido a muchos amigos, algunos me han traicionado y otros más los he perdido por mi culpa. Constantemente estoy de malhumor, soy celosa, incluso posesiva, y otras veces soy extremadamente cursi y busco en personas incorrectas el cariño y el amor, así de patética. Llevo la carga de un amor del pasado por la espalda, pasan los años y ese amor no se me olvida, hago todo lo que puedo y me duele, creo que cada vez lo extraño, quiero y necesito más. No sé cómo hacerle, soy una tonta por quererle más que a mí misma. He dejado ir de mis manos tantas oportunidades de resurgir de toda está mierda y volver a lo que fui. Pero siempre encuentro una nueva excusa para dejarlas ir. Tengo tan oscuro el corazón que incluso ni yo misma me soporto, así de demente. Soy una persona sumamente introvertida, me cuesto mucho confiar en las personas ‘reales’ que me rodean, si alguien intenta acercarse a mí, topa con pared y no es intencional, no me nace tener mucho contacto con la sociedad. Esta soy realmente yo, sin tapujos ni sonrisas estúpidas, sin versos bellísimos que apacigüen la palpable y mórbida realidad. Con todos mis terribles defectos escritos tal cual y con la historia de mi vida real. No soy la cursi y dramática que escribe poesías, soy una simple chica solitaria que no ha sabido lidiar con sus problemas. Una adolescente que sigue luchando por encontrar el final de su novela, romántico y estúpido, soñador y mágico. Y puedes reírte si así lo deseas. Es mi blog y como quiera, mi espíritu gritaba por vomitar toda esta basura que me habita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario