jueves, 31 de julio de 2014

A veces sí vuelven las palabras

La persona que más va a sufrir es la que aparenta frialdad y fortaleza. Finge, pero sufre callado. No tengo mucho qué decir, pero mi cabeza en el insomnio me ha recomendado retomar mi mala escritura. A mi espíritu mis palabras le parecen las más bellas, para él mi forma de transportar es única e irreemplazable; y estoy segura que con eso es suficiente para acallar a mis pobres miedos. Basta con decir que he alcanzado mi utopía de dolor, que he descubierto que nadie es necesario para nadie, que en el amor las palabras son escurridizas, inútiles, baratas. Que en el romance las acciones son un poder eterno. Por ello cuando él nos dejó lloré con amargura durante años, porque lo que hacía (mos) era forjar algo increíble. Algo que se destruyó con otro algo no planeado. Puta vida colmada de algos.

  ¡Brillante el logro del descubrimiento de un engaño! Aplaudo a las lágrimas el volver a escribir como antes. La soledad también apasiona al pseudo escritor, el romanticismo de mi coraje también me reconforta. Me devuelvo a la tranquilidad del cómodo desazón. Otra vez me acomodo en mi tormento. Los fantasmas me saludan como a una antigua amiga. Las letras me reciben como si jamás las hubiese abandonado, como si nunca las hubiese rechazado. El piano me da la bienvenida con su mejor obra...

  Papel y tinta para describirte en el poema número cien sobre ti, la sombra se aproxima a mí; me espía. Lo único que quiero es traducir a los demonios para que por treinta minutos me dejen en paz, ¡para que se larguen a buscar más cuerpos débiles a los cuales atrapar! Solo treinta minutos, lo ruego. Un poco de paz para la miseria. 

  Sigo aquí, vida. Aún mi cabello es azabache y rizado, todavía mis dedos torpes fallan al teclear, mi mirada sigue siendo café, mis ojeras no se han podido borrar, mis libros siguen ordenados tal como los dejaste, no he cerrado las páginas del cuento que escribiste en mi honor. Te sigo describiendo en poemas, en trabajos escolares, en historias, en aromas, en mi almohada, en mis sueños, en mi rostro, en mí. Vives en mí, estás dentro, estás atrapado, estás, estás, estás. Y aunque te corra jamás te irás.

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