viernes, 22 de agosto de 2014

¿De qué escribís ahora, eh?

Escuchas canciones de Alex Ubago por el recuerdo de la primera vez que te enamoraste. Fumas un cigarro disforme que con suerte hallaste, y no tienes como excusa a nadie para escribir sobre amor o sobre dolor. Tu mente está en blanco, es difícil elegir entre simplezas. Y es tan sencillo para ti hoy dejar ir a la inspiración. Prefieres ver fotografías y esbozar sonrisas forzadas a unos amigos no tan amigos. En lugar de acercarte al ordenador a plasmar el vacío, intentas llenarlo con el desorden-orden-desorden. Qué bien engañas, mujer.

  Juegas al tonto, los sigues como si lo que hicieran fuera maravilloso, lloras exageradamente por una nota de voz de un amigo. ¿Por qué? “Me conmueves, es todo” Ya no escribas más; Corina, ya no sirves para esto. Quizás antes tampoco, pero te defendías. Había coherencia y un tópico. ¿Y ahora qué quieres decir? Que te sientes ordinaria, que te sientes cómoda en un bajo perfil. Que finges apasionarte por tonterías. Todo es inútil.

  Parece que en la indiferencia y la normalidad eres más feliz. ¿Es que eres masoquista? ¿Es que eres? ¿Qué eres sin la melancolía? No quiero volver a comer nunca más, cada cosa es nauseabunda a su manera. Nadie te entiende ¿por qué publicarlo? Para no abandonar. ¿A quién? A nadie. So imbécil.

Coronas de flores, tatuajes en la espalda, galaxias, críticas, anorexia, bulimia, belleza, perfección, más tatuajes, cigarros electrónicos, teléfonos inteligentes, videoblogs, música independiente, cine de arte, poesía, novelas, hadas bipolares, adolescentes deprimidas, somníferos, somníferos, somníferos, somníferos. Escribe, no escribas, escribe, no escribas. Sebastian Larsson, mi pianista. Amo escribir, amo las letras; lo juro. No te vuelvas a marchar.

Un fantasma te lee, un espectro sonríe, una mujer que tecleó “amor” está aquí por error. Compañeros de vida; ellos y las palabras. No importa mentir a los demás si podré volver a encontrarme a mí misma en este mundo angosto. Así con incoherencias, con tonterías, con altibajos, con lectores o sin ellos. Así me gusto, aquí. Estos párrafos son un espejo que no me devuelve inseguridad.

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