martes, 26 de mayo de 2015

Ansiedad

No es que yo me vea distorsionada en el espejo; veo lo que soy. Y lo que soy es mi verdugo entre las masas. Siempre sola. No puedo detener el temblor de mis manos, ni puedo conseguir que las voces en mi cabeza dejen de realzar mis horrores físicos.

Intenté luchar contra esto de un modo digno, heroico. Y conseguí ilusiones fantasmas, espejismos de fe para volverme hermosa. Demasiado temprano caí de mi castillo en el aire, por poco ignoro la burla de mi encierro, la irritación de mi fobia social. Evitación. Soñé vagas historias que terminaban con una sonrisa en mi boca.

¿Por qué hasta ahora entendí que mi camino siempre será hacia la negrura? Nací para vagar entre abismos, para sangrar desolaciones, para entregarme a los demonios. Acostumbrarme a sus sombras en mi cama, en mis alegrías rotas, en todas y cada una de las putas cosas que hago. Llegué al vacío, y no puedo escapar de este pozo sin fin. Deformo mis labios con mis dientes, me arranco el cabello desgreñado, entierro mis uñas en piel antiguamente lacerada. Me entrego a la locura llena de paz, acepto lo que soy para el mundo y sus carencias. Como una desquiciada sucumbo a la tortura diaria de vivir en un cuerpo al que odio.

lunes, 18 de mayo de 2015

Desde el pensamiento

La angustia y las despedidas, la dicha frente al crepúsculo. Qué si hay un mañana, y qué importa si me toca uno. Aún puedes sonreír, pero ¿por qué?

  Pensar los recuerdos, amarlos. Despedazarlos, torturarlos; engañándote. Viviendo en un cuerpo ajeno, todos los días vacíos. Ya no sabes lo que tienes que decir, gritas en el caos de tu espíritu. Por fuera nadie percibe nada. ¿Cómo es respirar solo? Piensas, rompes tu cabeza, destruyes tu mundo interior. Te rompes sin interés por detenerlo. Cierras los ojos como el anciano bondadoso que ansía el descanso, el final.

  Mis letras se han convertido en un reclamo a la melancolía, en añoranzas hechas polvo. Pensar... En la alegría que no se queda, en todo lo que no he escrito.

jueves, 14 de mayo de 2015

Desconocidos con recuerdos

Ya no me conoces, y yo apenas logro reconocerte en fotos; con una idiota pose de superioridad. Pero no puedo culparte, toda la gente a tu alrededor se ha encargado de volverte así. Las miradas suplicantes de todas las mujeres que te han querido, quizás amado como yo.

  No sé si alguna vez hubo una diferencia entre ellas y yo, llevé durante años el peso de tristes cuestiones. Mi única fe vive de los pocos recuerdos que compartimos juntos. Una vez, solo existían tus letras y las mías. Tus cantos, mis suspiros en una noche hermosa que no puedo olvidar. Dijiste todo lo que deseaba escuchar, no pude más que oírte en este cuarto oscuro, y danzar con la certeza de ti. No puedo parar de escribirle a un recuerdo tan minúsculo, una memoria que pudo perderse en la bóveda celeste.

  Atrapaste una estrella que hoy no me deja dormir, ancló en mi alma. Aunque no conoces de nombres, sabes de las sensaciones, de las experiencias mutuas. No puedo huir de eso, bórrame tu cielo estrellado y cruel. Para dejar de asociarte al nombre del dolor, de mis añoranzas.

  Las imágenes más felices las guardará mi cerebro, sin quererlo. Repito en sueños mi torpe baile, mi amplia sonrisa; de una madrugada en la que me revelaste verdades a medias, en que en éxtasis hiciste juramentos que no podrías cumplir.

  Solo compartimos recuerdos, porque ya no sé quién eres, te olvidaste del sonido de mis risas escandalosas. Porque no sabes quién soy yo, me olvidé de tus gestos tiernos, de tu ingenua belleza. Ya no eres el mismo que cantaba tan mal y que intentaba escribirme poesía, el que sonreía de forma sincera. Yo ya no soy tan frágil.

Pero aún no he logrado descubrir quién soy yo después de ti.

jueves, 7 de mayo de 2015

Como yo te veo

Reconozco esa sensación tan bien como tú, sé cómo sientes cuando caminas entre calles transitadas; estás atrapado en tu propia inseguridad. Miradas imaginarias recaen sobre tu paranoia. Y desearas acaso esconderte, envuelto en tu espíritu. Eres, frente al espejo, tu propio enemigo. Autodestructivo.

  No comprendes de libertades, te atas a la amargura poética. Como ves, el mundo es frío. Escuchas a los que murmullan, te hunden a modo de susurros, ojos sin rostro que parecen analizarlo todo. Yo escucho esas voces que te nombran entre risas: imperfecto. Lloro quedamente a tu lado, y ruego protegerte; ruego que te veas como yo te veo.