Reconozco esa sensación tan bien como tú, sé cómo sientes cuando caminas entre calles transitadas; estás atrapado en tu propia inseguridad. Miradas imaginarias recaen sobre tu paranoia. Y desearas acaso esconderte, envuelto en tu espíritu. Eres, frente al espejo, tu propio enemigo. Autodestructivo.
No comprendes de libertades, te atas a la amargura poética. Como ves, el mundo es frío. Escuchas a los que murmullan, te hunden a modo de susurros, ojos sin rostro que parecen analizarlo todo. Yo escucho esas voces que te nombran entre risas: imperfecto. Lloro quedamente a tu lado, y ruego protegerte; ruego que te veas como yo te veo.
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