martes, 25 de agosto de 2015

Violín y agua

¡Cómo pierdo mi tiempo hablando de otras personas! 

Pero no he de negar que adore escurrirme de mí para fantasear con los demás. Es casi como leer una novela. Busco la inocencia en escenarios que deseo, los que no me pertenecerán jamás. A veces me hago creer que es mi vida la que vivo, la que escribo; cuando mi presente es muy distinto. Cuando en la habitación no hay más que el consuelo de la música y el colchón. Intento engañar a nadie, a todos. 

Cada vez que pruebo hablar con crudeza sobre mí termino inventándome desdichas de cuentos magníficos. Mi ciudad es aburrida, mis sentimientos son fríos, le grito a las paredes y al mismo tiempo sonrío para los demás. Paseo con el perro pensando en cada una de mis responsabilidades. No soy una película poética, no fumo todos los días, y en ocasiones me canso de los libros. Es válido aceptar las horas que puedo pasar viendo la televisión y burlándome de las estupideces ajenas. Cualquiera que quiera calificarme nunca logrará hacerlo mejor que yo. Entre los días y los meses; soy mi mejor juez.

Estoy segura que no abandonaré el vicio.  La adicción de intercambiar mundos es demasiado poderosa, ¿qué loco no desea afrontar la realidad tan dulcemente?

viernes, 14 de agosto de 2015

Anxiety


Hay muchas cosas que quisiera decirte, o quizá, aullarte.  Lo único que me ofrece compañía es lo que más ruina me ha producido. Y eres tú. Como un sayón llegas a la oscuridad de mi abrigo. Pareces afable de lejos, pero cuando te acercas tu sombra me abraza en el vértigo del miedo a no sé qué. Me haces sentir las caricias de la muerte, su lengua infecta en mi oído, su farfulla y sus humillantes risotadas.

  Proyectas cuadros de cadáveres de la gente que amo, de mi cuerpo yaciendo en un sepulcro solitario. Me haces creer que siempre todo puede decaer. Y aunque a veces me desclavas, como deseándome felicidad; te veo reflejada en la ventana esperando a que la prosperidad escape de mi carne. Eres como un amante.

  Te enmascaro en cafeína, te envuelvo en textos de poesía, te represento en cientos de cartas jodidas; mensajes  a nadie. Con la llegada de la luna te vuelves titánica, tanto que me ciñes en tu manto. Mi sello desaparece y soy suplantada por un ser que respira por rutina, que no sabe amar, que no entiende de dichas. Todo me sabe a cenizas cuando estás conmigo.

  Hoy te puedo sentir a lado mío, juzgando mis palabras y mi forma de expresión. Sé qué dices que no puedo parar de perder mi tiempo, me hablas de mi estancamiento espiritual, odias todo lo que soy y reclamas todo lo que nunca seré. Nunca estarás satisfecha. A ti, que exclamas mis fallas, que repites de muerte muerte muerte dolor problemas; urges mi corazón como si me sintiera enamorada, vuelves trémulas mis manos. Me haces aporrear a las paredes mientras escucho el futuro turbio que me ofreces.

  No se muere. Me he vuelto loca y lo has logrado, fiel satélite.

jueves, 13 de agosto de 2015

Caballero

Quiero encontrarte pero no sé ni por dónde empezar. Cuando creo encontrarte en alguien, cuando parece que apareces en la sonrisa de un hombre… al tiempo noto el espejismo un poco roto; no eres tú. Y me digo: aún no.  Te busco entre la desquiciada red, llego a creer que unas palabras me enamoran, que un sentimiento en común me unirán para siempre a su lado.  Pero se repite la historia y ellos no son tú. Caballero invisible trazado para alguien como yo ¿acaso existes?

  Tal vez solo te encuentre en mi imaginación, desdibujado o lleno de colores, en los nombres que varían. Un día te llamas Nicolás Cohen y al siguiente eres Roland Deschain. Te transformas en Romeo Montesco o en el poeta imaginario que me ama en secreto, Ben Hanscom. Vives en la imaginación de mis autores favoritos ¿por qué no escapas conmigo? Existes y no existes.

 Tú puedes entender lo que expreso, eres capaz de alejar los días de ansiedad, me curas sin píldoras, no tienes que decir nada porque nuestras miradas gritan. Estoy cansada de esperarte, no puedo seguir buscándote en falsos caballeros, ellos que presumen una portada encantadora y que por dentro están consumidos. Me canso de necesitarte, porque estoy a punto de renunciar, a punto de caer en el amor mediocre que todos los demás aceptan. Aquel amor barato de cien fotografías, mil peleas, engaños e hipocresía en línea. O me transformo en el ser solitario que se burla del afecto, el quejoso que solo vive del vacío. El que no tiene la capacidad de  sentir nada.

Tengo miedo de repetir la historia de toda mi familia, de mantenerme encerrada en el letargo, la depresión real. Tengo miedo de perderte, de cruzarme contigo y no saber que eres tú, de equivocarme, de alejarte. Quizá estás demasiado lejos, quizá no coincidiremos jamás.

Existen otros mundos aparte de este.

¿Y si tú no estás aquí? 

martes, 11 de agosto de 2015

Es cuando sonrío y digo: quizá sea el momento...


Porque cuando pienso en ti parece que todos los problemas que me ahogan se desvanecen, hasta mi forma de escribir me parece hermosa, el reflejo me devuelve sonrisas resplandecientes. Tu nombre me sigue en sueños, y te prometo, no es tortura; es la sensación más grande de mi vida. Soy incoherente conmigo misma y contigo, sé que somos extraños y sé también que para volver a empezar tengo que olvidar. Aunque a veces me persigan los fantasmas guardo mi esperanza en ti, pues cuando te siento cerca mis monstruos escapan, el pasado se queda en su lugar. Y si estás a mi lado solo sé mirar hacia delante.

  Mi angustia avanza a la par de la alegría; pues hay demasiadas cosas que puedo perder; pero eso no detiene la lucha, la ilusión, las fantasías de como cuando era una niña. Me recuerdas a ese primer amor ingenuo e infantil. Me haces sentir que puedo volver a empezar, y que en mi vida ninguna otra persona existió. Eres tú, tú. El que debió llegar mucho antes que todos aquellos que me hicieron daño, que todos aquellos a los que no supe querer. Despídete de las tardanzas, y si vas a amarme; ámame. Por favor, si vas a amarme; ámame.

  Siento haberte atrapado en mis palabras, siento el pánico que pueda causarte el que yo necesite escribir todos los días sobre ti, y que me falten hojas para describir el color de tus ojos, el sonido de tus labios, la forma en la que miras. No es suficiente nada de lo que hago, pero siempre trato de sacarte aquí. Y te pido perdón, otra vez, por hacerte preso de mi locura e insensatez. De mi enfermedad.  Ojalá pudiera evitar que me leas, ojalá pudiera provocar que leyeras mi caos. Incoherencia estúpida.

  Eres el centro de mi esquizofrenia, no puedo dejarte ir. Sin embargo, cómo sueles ausentarte, y te vas, te vas… Dejándome el arrullo de un piano vacío, de libros viejos. El cliché de una cajetilla de cigarros. Los vicios regresan cuando te vas tú. No te vayas, o quédate siempre. No puedo entender lo que digo, mi cabeza se pierde entre frases que no entiende, viaja a no sé dónde volviendo sin respuestas de ti. No entiendo nada de lo que pasa, lo juro, solo puedo quererte sin pretender que tú me quieras.


  ¿Pero qué pasaría si por un maravilla tú…?