viernes, 25 de agosto de 2017

Cisne

Miento cuando digo que ya no espero nada de la vida,
miento porque aún lucho en contra de mi cuerpo;
porque fantaseo con un ideal de mí misma.

En mí todavía queda un pedazo de esperanza,
queda mi espíritu quebrado...
el que se aferra, el que se resiste a morir.

Me desvanezco de vacío,
rodeándome de rutinas enfermas y de lágrimas,
de recuerdos de un pasado de perfección.

¡Perfección! Cuando por dentro me ahogaba
¿Perfección? Cuando en silencio mi alma gritaba
¡Perfección! De un cruel destino basado en el cuerpo.

No sé qué más puedo hacer,
Quiero olvidarme de todo, necesito sentirme normal,
y no puedo, estoy enclaustrada en la obsesión-compulsión.

Ruego por un poco de comprensión,
Me invento que algún día he sido feliz, engaño ingrato;
nunca lo fui, nunca lo fui.

Papá, dime que una vez fui una princesa
Mamá, dime que una vez creíste en el hoyuelo de mi mejilla...
Que estuve más allá de sucias expectativas de la gente.

Expectativas, vaya coñazo...
¡Expectativas que arruinan, que hieren con su manto de fuego...!
Con la capacidad de transformar el alma de una persona,
o de arrancársela de un tajo, como el monstruo de una siniestra pesadilla.


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