viernes, 8 de junio de 2018

Amarme a mí misma

Todo pasa ¿No? No importa los sacrificios que yo haga, las cosas parecen quedar igual. Sin embargo; lucho contra la marea, la poesía y el café.

Me aferro a mis metas porque es lo único que tengo, metas a largo plazo. Odio mil veces pensar en el futuro porque a veces sólo me parece una pérdida de tiempo. Pero no.

Estoy en una guerra contra los vicios de mi familia, contra mis trastornos alimenticios, me aferro a la esperanza de una vida mejor. Una vida en que el mirarme al espejo no sea motivo de miedo y repulsión, mirarme dichosa con la sonrisa en los labios no importando el cuerpo que me refleje.

Porque el cuerpo que tengo es el que me levanta diariamente, el que me sostiene en mis largas caminatas a la universidad, el que me transmite al cerebro la sensación de la brisa, el olor de la hierba, el poderoso color del sol que con sus rayos de luz me recuerda que estoy viva.

Este es el cuerpo que me da las tristezas y alegrías, los buenos amigos y los dolores de cabeza, los momentos en los que mi alma se une con la de mamá y por un instante olvidamos sus demonios y los míos.

Tengo miedo, pero no quiero morir, me urge vencer esta depresión que detiene mis pasos, me urge sentirme un poco como aquella niña dulce que en algún momento fui.

Amo a mi familia y eso es lo que importa ahora. Sólo me resta amarme a mí misma.

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