miércoles, 5 de diciembre de 2018

Con mi gato de ojos verdes

Así que todo se reduce a esto, estamos solos. Soy ingrata, lo sé, pero esto es lo que hay. Se congelaron las risas, a consecuencia, y se congelaron mil recuerdos para siempre. No hay nada que reparar, no estamos rotos. Lo que fui ya lo borré, lo he dejado ir y las luces de nostalgia eternamente me lo recordarán.

Hago luz de mis nuevos andares, porque este sol deshace sombras. No quiero seguir pensando en los errores cometidos, hace demasiado tiempo que dejó de importar ¿Verdad? ¿Verdad?

Diciembre silencioso, distinto, toco la calma y enciende mis dedos. Un poco puedo adivinarla mía. Diciembre de tenues tintineos, todavía tengo fe de que mi rumbo corrija todas aquellas cosas que antiguamente salieron mal.

Yo le llamo KA,
Yo le llamo destino, en un susurro aún suplico.

Me siento de tierra, de musgo y de tierra, quiero volar más allá de las montañas. Y el gato a mi ventana con su mirada de fuego verde grita: ella sí.

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