lunes, 29 de junio de 2020

Tóxica

Realmente era yo, y no lo sabía. Todos en el amor resultan buenos, resultan víctimas. Yo no, yo fui la victimaria. Aún me cuesta creer lo mucho que me equivoqué, cada noche llueven flashbacks de mi comportamiento, de mis exigencias, de mis celos, de lo fácil que me salía herirlo.

¿Podré excusarme con mi "corta" edad? No, estábamos en el mismo camino, pero nuestro proceder fue tan distinto. No sé dónde aprendí a lastimar, en qué momento deseé controlarlo todo, incluso aquello humano, aquello de corazón. Actué como una máquina, y aunque tarde, he obtenido lo que merezco. El arrepentimiento.

Mi tendencia a la destrucción traspasó mi piel, quería sangre, mucho más, tal parece que la mía no era suficiente, necesitaba la de él, me urgía tenerlo cerca debilitándose por mí, humillándose por mí, disculpándose por cada paso que daba, abrazando mi puta inseguridad. 

No me importó que atrapara mis lágrimas con sus manos, no me importó que escuchara mis verdades y mis crudas mentiras, tampoco me detuvo la devoción que entregó. Nunca pidió nada que no pudiera darle, y yo, le exigí todo lo que con certeza sabía que no poseía.

El amor es cruel por personas como yo, pero también es lo suficientemente justo para personas como él. ¿Cómo pude ser tan ciega, cómo pude ser tan cínica? Merezco la soledad y le entrego mi voluntad a ella. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario