domingo, 24 de enero de 2021

Mi corazón no se salvó

Quedé adolorida, me sentí rota por algo que en realidad era un frágil engaño, algo que se sentía condenado. Estaba exhausta. Tal vez más que eso, y no entendí a qué darle mi tristeza; a mis sentimientos o a mi orgullo. 

martes, 19 de enero de 2021

No conozco el amor

Suena irónico pero no por ello es menos cierto. Quiero comenzar aceptando que viví una mentira, lo cierto es que era hermosa, pero fue un espejismo quizás demasiado largo. Y yo lo creí. Pensé que a mis veintiséis años conocía el amor. Que podía charlar de él durante horas, como una valiente experta en la materia.

Todo a mi alrededor avanza con rapidez, y mis amistades fluyen en relaciones buenas o tormentosas, pero su corazón prueba que conocen el amor en su escala de grises. Pensé que formaba parte de ese grupo experimentado. A algunos nos llega la madurez con lentitud, suavemente, pues en algunos campos creo ser coherente al hablar, pero en otros no soy más que una niña pequeña que lo desconoce todo. 

Y no, amiga única, no conoces el amor. Has vivido los destellos de una ilusión, amores no correspondidos, falsos futuros y un apego enorme por el pasado. El principio del desapego es la aceptación. Hoy me acepto y reitero que no conozco el amor romántico. Quizás algún día llegue por sorpresa pero también tal vez nunca aparezca, y eso está bien. Puedo vivir con ello, porque motivos para ser feliz me sobran. 

No es una sentencia sino la apertura a la verdad en mí, no quiero volver a engañarme nunca más, no quiero traicionarme otra vez. Mi ego no puede vencerme. A estas alturas, con las experiencias que me ha regalado esta existencia me siento un poquito más fuerte. Afronto mi realidad y trabajo en ella, para mejorarla, para hallar la paz.

En las cosas que no se ven, en el amor a mi familia, a mis gatos, a mi cuerpo con sus cambios, con sus cicatrices. Quiero conocer el amor propio y que quizás ese sea el puente al amor romántico del que tanto se habla, se goza y se sufre. 

sábado, 16 de enero de 2021

El leve vaho que desaparece en el cristal

Esto es más que un par de chistes malos, a pesar de adormecerme por años en la pena. Al menos sé que hoy existe una luz que alcanzar, una esperanza de vivir más allá de los traumas infantiles. Porque sí, la niñez deja una huella imborrable para bien o para mal. 

Mis victorias están en no ser la misma que ayer, aprender del sufrimiento es una nueva vía que se me ha enseñado, es como abrir los ojos a un plan c. No todo podrá ser dicha pero tampoco tormenta, es decir, tengo mi fe puesta en las pequeñas cosas. De ahora en adelante deseo dejar atrás el romance de la angustia, ya nunca más quiero aullarle a la luna. Prefiero llorar, prefiero gritar y quejarme por tonterías, prefiero escribir sin vergüenza. No quiero ser la víctima de nadie, no quiero desquitar mi mala suerte con otro ser humano.

Mis palabras son mi armadura, porque sé que el dolor no se va a terminar, pero tengo todavía quien me quiera, y sobre todo me tengo a mí... con las altas y bajas que esto conlleve. Creo que estoy aprendiendo a perdonarme y a entender que el pasado no se puede cambiar, que mientras pueda respirar puedo forjar el futuro. Paso a paso, sin correr, aún disfrutando de mis próximas equivocaciones.

Mamá, papá; te amo. Mis huesos se irán curando, mi cerebro será tratado. No me apena saber que estoy enferma, porque sé que tengo la cura cerca de mí. Es cuestión de fe, de tiempo y de música, mucha música. 

https://www.youtube.com/watch?v=lmtFV9aVX_g

viernes, 1 de enero de 2021

A la luz del texto me siento segura

Papá, a la luz del texto me siento segura, sé que no lo escribo para que lo leas. No sé qué palabras tengo que usar contigo para que me escuches. Sólo pido unos minutos de atención para hablarte de mis heridas. Estoy enferma y no me canso de repetirlo, ¿Cómo te digo que quiero morirme sin que te molestes? Me muero poco a poco y quisiera cortarlo de raíz. No es una fase.

No fui una niña feliz, no puedo engañarme ni engañarte, fui una niña que desde pequeña fue criticada por ser diferente, no había segundo en que no se me recordara que era terriblemente fea, que mi cuerpo era inaceptable, que necesitaba cambiar. Y yo sólo quería que me dijeras que me amabas tal cual era, estando tal y como estaba. Papá, mi niñez no ha sido más que sangre, desprecios y dolor. Quería que lo supieras.

Te pido con el alma abierta de par en par que me regreses al barco porque me estoy ahogando. Siento que ya no tengo cura, que mi vida siempre será el eterno odio que tengo hacia mí. Porque aunque no lo quieras escuchar, papá, yo me odio. ¿Cómo llego hacia ti? Indícame el camino, señala la forma adecuada para dirigirse hacia ti. Estoy rota y necesito que recojan mis pedazos. No puedo olvidar el pasado. Siento que el pecho me va a explotar y no sé dónde está Dios, quiero que el dolor termine.

Papá, ayúdame.