jueves, 13 de octubre de 2022

Poetas muertos

 Malditos, son un coñazo. Estoy harta de tener que corregir follar por desnudarse en la cama a la luz de la luna, por tener que hablar de cigarrillos después de un buen sexo en lugar de hablar de porros mal envueltos y asqueroso olor a yerba. ¿En qué momento de mi adolescencia decidí ceñirme a sus estúpidas reglas de belleza? Me apegué a la filosofía del romanticismo y decidí sólo escribir de sufrimiento con los cánones establecidos por personas que murieron hace mucho tiempo, que aunque recordados, ya no son nada para el universo, nada. Si yo tampoco seré importante, a veces desearía soltar vulgaridades sin sentirme mala escritora. Maldecir, mexicanizar mis obscenidades, hablar del cuerpo de una mujer y del cuerpo de un hombre con realidades. Nada de limpieza en mi narración, y explicar el dolor de forma más literal. Nadie me obliga a nada, pero los odio, poetas muertos, los tengo clavados en mi memoria para bellas letras hechas para ser enmarcadas en el cuadro del cerebro de quienes me lean… fumando un cigarrillo y bebiendo una taza de té. 

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