jueves, 18 de julio de 2024

Inocencia marchitada

Yo era buena, no había malicia en mí, ni perversiones, ni odio. Sí, estaba convencida de que el mundo dolía, pero también creía, anhelante, que el amor puro existía. Que podía construir y no destruir, que protegía, no abandonaba, que si me proponía algo, como si la magia existiera; lo podía lograr, lo conseguiría todo. Sólo debía esperar con paciencia, no importaban los desvelos. Había paz porque, yo era buena, mis inseguridades eran sólo mías, era la mejor hermana, la mejor hija, la educada que sonreía y poco decía. Eso sí, defendía mi filosofía ante todo, encantada de aprender de las personas que consideraba sabias Tanto fue lo que yo les di.

Aún así fui ingenua, me dejé arrastrar porque creí, creí, creí...adiós.

Ya no soy la misma, ya no soy buena, ensucié mis amores y nació en mí el odio. Lo rompí todo, me tragué esas malditas pastillas, no volví a soltar la navaja, abandoné, dejé de creer en la magia, dejé de creer en mí. Sólo guerra, porque no soy buena, soy la peor hermana, la peor hija, la peor pareja. Dejé empolvar mis creencias, perdí las ganas de aprender. Fue poco lo que recibí.

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