Mi mayor defecto siempre ha sido pensar que si algo no duele, no vale el tiempo ni la pena.
Mi lugar seguro es Alejandra Pizarnik y reiteradas veces comparo su vida con la mía. Pero las personas que amo están sufriendo a mi costado. No importa qué tan mal me sienta: no quiero que ellos terminen heridos debido a mí.
Así que todos los días trato de ver la vida con otro color; visitar con menor frecuencia mi fuente de lágrimas, dejar a Alejandra descansar en paz.
Transitaré la melancolía con paciencia y pondré como prioridad el recordar todas las cosas hermosas que tuve y que tengo en este momento.
Perderé el miedo a la esperanza y la fe, esperaré más de mí, planteándome nuevos retos y sueños. Voy a sacrificar la belleza de un poema triste, aprendiendo a escribir sobre todo el amor que he recibido.
En resumidas cuentas, me entrego a lo que Dios quiera hacer conmigo el día de mañana.
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