Allá afuera hay sol,
pero en mi alma se espesa una oscuridad densa.
El silencio se queda conmigo;
me ha visto llorar a escondidas
y no se va.
En esta noche fría,
con convicción decido ser quien soy.
No finjo.
Tengo el espacio exacto para lamentarme en secreto.
Afuera el reloj insiste,
hay un sol abrasador y nubes limpias.
Aquí, en cambio,
en el centro del pecho,
habita una negrura peligrosa.
Mis trastornos también están aquí,
acostumbrados a nacer desde dentro.
Todos duermen.
Las calles están vacías.
La ausencia de ruido, a veces,
es una bendición.
Soy tan consciente de estar viva
que duele.
No sé si existo
o si ya nadie me ve.
Si muero, cinco personas me velarán
y me volverán ceniza.
Si vivo,
seguiré eligiendo la soledad.
La noche pesa.
Desnuda, quiero huir con dignidad,
pero me quedo a vivir en lo profundo:
es lo único que conozco.
Abrazo a una sombra.
La abrazo en silencio.
Este
siempre
ha sido
mi hogar.