No he logrado escapar de tu nombre, admito que tu recuerdo sigue vigente en mi piel.
El color de lo que fuimos sigue siendo naranja como el otoño, se sigue sintiendo permanente, aunque no,
Aunque no.
¿Por qué te siento tan presente?
Como si te hubiera visto la noche anterior, como si siguieras siendo mío.
Eso quema mi piel, desata el terror al amor.
No estás ni estarás,
Rezo entonces para borrarte,
Pero Dios aún no me ha escuchado.
Poesía, marea y café
Del hambre hice canto, y del yugo libertad
miércoles, 15 de octubre de 2025
jueves, 2 de octubre de 2025
Mapa de las ruinas
En aquellos días avanzaba una herida que no cerraba, fingí no sentir dolor, pero eso cada vez se hacía más grande, elegí que sufriría por ti.
Soltaste mi mano creyendo que me verías al siguiente día. Te advertí que si soltabas mi cintura, jamás volverías a tocarme, a olerme ni a verme.
Ahora estoy tan segura que has olvidado mi voz, mi forma de reír, mi debilidad cada vez que me mirabas. Sé que has desechado de tu memoria hasta mi nombre.
Aquí dejaste un río vacío, noches de angustia interminables, llantos escondidos y la tristeza de haberme sentido insuficiente y rechazada. Llené mi vacío con licor y pastillas blancas. Para olvidarte, lo juro, casi pierdo la vida.
Con el tiempo pude entender que una brasa no se apaga, que las flores de mi pecho brotan a pesar de esta sequía. El eco de mi propia voz me recordó que estoy viva.
No estoy bien, pero me estoy levantando, las cicatrices de mis muñecas son el mapa a la salida.
Tuve que volver a sostenerme, mi dolor continúa, pero ya no manda. Veo luz después del humo, abandono al fin a los escombros de mi pasado.
Con el tiempo pude entender que una brasa no se apaga, que las flores de mi pecho brotan a pesar de esta sequía. El eco de mi propia voz me recordó que estoy viva.
No estoy bien, pero me estoy levantando, las cicatrices de mis muñecas son el mapa a la salida.
Tuve que volver a sostenerme, mi dolor continúa, pero ya no manda. Veo luz después del humo, abandono al fin a los escombros de mi pasado.
lunes, 29 de septiembre de 2025
Ad astra per áspera
Hacia las estrellas no se vuela con alas limpias,
sino con los pies heridos por las piedras del camino.
Las astillas de la noche se clavan en la piel,
pero cada herida se convierte en un faro,
cada tropiezo en un peldaño hacia lo infinito.
El brillo de los astros no concede atajos:
hay que atravesar la sombra, la ceniza, el desgarro.
Solo quien acepta la dureza de la tierra
puede levantar los ojos y sostener la mirada del cielo.
Porque no hay altura sin espinas,
ni luz sin la memoria de la oscuridad.
C O R I N A
Un horizonte de tonos violetas y grises, con una figura femenina hecha de líneas suaves, casi translúcidas. No es frágil, aunque parece etérea. En sus manos sostiene un cuaderno abierto, y de él brotan lirios, girasoles y rosas, pero las flores se deshacen en letras que vuelan como aves de humo.
Detrás, la luna creciente ilumina su silueta: no es una doncella pasiva, sino una guardiana de palabras. Sus ojos no miran hacia afuera, sino hacia dentro, como si contemplaran un incendio secreto convertido en canción.
Antes de marchitarse lo quemé
Te dejé ir antes de que decidieras marcharte, dentro de mí una voz consejera me advirtió que ibas a romperme en pedazos, mi homicida decisión fue destruirlo todo, incluyéndome.
Las flores que me regalaste se hicieron mi perfume; pétalos suaves y hermosos de todos los colores. Me di cuenta que no estaba dispuesta a verlas morir mientras su aroma se intoxicaba.
Seguí el consejo de un inseguro corazón que apenas conocía el amor. Me dijo como sentencia: quémalas, quémalo todo, hazle un ataúd a tus ilusiones y llora. Por ti, por él.
Y eso hice, pero no hablaba de flores. Preferí matar este amor porque en el fondo sabía que jamás ibas a luchar por mí.
En esta catástrofe anunciada, estoy de a poco más tranquila, aquí nadie me escucha llorarle a este triste desamor.
Las flores que me regalaste se hicieron mi perfume; pétalos suaves y hermosos de todos los colores. Me di cuenta que no estaba dispuesta a verlas morir mientras su aroma se intoxicaba.
Seguí el consejo de un inseguro corazón que apenas conocía el amor. Me dijo como sentencia: quémalas, quémalo todo, hazle un ataúd a tus ilusiones y llora. Por ti, por él.
Y eso hice, pero no hablaba de flores. Preferí matar este amor porque en el fondo sabía que jamás ibas a luchar por mí.
En esta catástrofe anunciada, estoy de a poco más tranquila, aquí nadie me escucha llorarle a este triste desamor.
miércoles, 24 de septiembre de 2025
Refugio en cuerdas y ramas
Cuando escucho a Sangre de muérdago no recibo música, recibo un idioma secreto que mi piel recuerda antes incluso de haber vivido.
Es un rumor que atraviesa mis cicatrices y, sin pedirme permiso, las vuelve raíces.
Cada nota abre refugios: un claro en medio del bosque, un abrazo hecho de ramas, un silencio que no pesa.
Allí me descubro entera, sin máscaras, sin ruido, con la certeza de que también en mí habita un bosque.
Mientras suenan, dejo de ser herida y me vuelvo tierra.
Dejo de ser ruido y me vuelvo eco.
Soy lo que permanece.
sábado, 20 de septiembre de 2025
Cuarto solo
Todavía aquí,
Todavía viva,
Aún rota
Respiro y trato de hacer lo que se supone,
Acepto que cada día estoy menos rota,
Aunque guardo mi dolor
Mis ojos me acusan.
Empiezo a aceptar las consecuencias,
De todo lo bueno y todo lo malo.
Ahora sé que no todo sueño se logra con desearlo.
Que hay cosas que no puedo controlar,
Y otras que murieron para siempre.
Todavía viva,
Aún rota
Respiro y trato de hacer lo que se supone,
Acepto que cada día estoy menos rota,
Aunque guardo mi dolor
Mis ojos me acusan.
Empiezo a aceptar las consecuencias,
De todo lo bueno y todo lo malo.
Ahora sé que no todo sueño se logra con desearlo.
Que hay cosas que no puedo controlar,
Y otras que murieron para siempre.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)