martes, 7 de mayo de 2013

Estúpidos dibujos

Te acercaste y dijiste, '¿ahora lo ves?' y yo con lágrimas en los ojos te sonreí.

Contigo no tenía por qué estar mal, no sentía la necesidad de remediar equivocaciones, ni de llorar, ni de molestarme. Existía tanta adversidad, tan dulce era el misterio de no saber cuándo volverías. No me olvides. Y aquello que unía a dos personas en un amor silencioso, un amor de pequeños detalles, de señales borrosas, de mensajes y poemas inconclusos. Porque el amor era lo que más disfrutaba, aún sin saber qué podías sentir tú. 

Frases de los libros, desvelos, tonterías, chistes baratos, conversaciones banales. Esas desapariciones. Y música, cuánta música. Entonces las caladas, los regaños; las historias de tu vida, lo poco que yo sabía. Malentendidos mínimos, y un “Si tienes interés, aquí estoy.” 

Contigo era todo confuso, pero me parecía una confusión hermosa, de donde se rescataban versos, necesidad de estar cerca, celos torpemente disimulados, los roces. 

Contigo era la paz, el regresar a casa, el recostarme en la cama; contigo a veces lo era todo, y en ocasiones no existía. Contigo la parte más difícil se trataba de quien mensajeaba primero, de quien lanzaba la primera llamada, el primer gesto tierno. Nos necesitábamos, no puedes dejarme mentir. 

No te vayas aún, no puedo dormir, quédate, hablemos de nada; que transcurra el tiempo y que al amanecer las ojeras paguen el insomnio. Y qué importa. 

Contigo aún era de noche, y las risas se escuchaban; un estúpido intento y mejor renunciaba, cuando las cosas parecían ir mal y solo decías que no te irías. Hallabas el modo de ahogar mis depresiones, de hacerme olvidar, sin ser nada me hiciste sentir que cada inicio de los días el sol me sonreía. 

En algún momento lloré, me amargué, lo pisoteé todo, te dije adiós para siempre. El mismo instante en el que me regalabas una mirada de tranquilidad, palabras que lo transformaban todo, y lo que yo había arruinado, sin reproches lo reconstruías. ¿Qué había podido hacer yo para merecerme a alguien como tú? 

Sé que estás ahí, y te ocultas en disfrazada indiferencia, sé que no importa lo que yo te pida; vas a estar aquí, de algún modo esperándome. Sé que no importa que tanto nos hayamos herido en el pasado, aunque una historia que comenzaba se truncó con un golpe certero; aún estarás. Solo basta volver a decirte; oye, te necesito.

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