Extraño eres, lejano. Nunca he tocado tu blanca piel, sin embargo sé que es suave y delicada, también que no hay manos que con más ternura te acaricien que no sean las mías. Eso no existe en este mundo. No conozco tus sueños pero noche tras noche trato de adivinarlos. ¿Qué será lo que piensas mientras lanzas tu mirada al vacío? ¿y cuántos años habrán pasado desde la última vez que te escribí un poema? No me atemorizaba quererte sabiendo que jamás podrías amarme, o conocer mi rostro; solo me bastaba con saberte vivo, con escuchar tu voz y verte en fotografías. Con fantasías de ti me alcanzaba para formarme una vida amigable, feliz. Cada vez que pensaba en ti, mis penas se hacían polvo, reducías el dolor. Adoraba pronunciarle tu nombre a todas las esquinas, horas en las que de verdad creía que el amor que sentía por ti me proporcionaba la capacidad de volar. Mi cariño no exigía, no celaba, no hería; producía flores alrededor de mi cuerpo, atardeceres rosados, novelas dramáticas, sonrisas....cuantas sonrisas causaba. Y tu risa hermosa llenaba los amargos huecos de mi alma silenciosa, de mi espíritu roto. No sé si de verdad te quería demasiado, pero me hacías continuar el libro.
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lunes, 27 de enero de 2014
Ojos marrones.
miércoles, 15 de enero de 2014
Me haces sentir protegida.
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lunes, 13 de enero de 2014
Atracción.
Decían tantas cosas, que dudaba. Me mostraban evidencias increíbles que me aclaraban que todo iría mal. Pero no pude decir que no. Me atraía como el olor de las flores a la más bella princesa, me atrapaba como a un pobre esclavo, me tenía encadenada al rosa de sus labios. Y esos ojos venenosos nublaban mi mundo. Aquí no existía nada que no fuera él y yo, mi universo se reducía a eso; a las caricias de su parte en cada rincón de mi cuerpo, en su lengua danzando con la mía, en nuestros corazones palpitando al mismo tiempo. Él se había transformado en todo lo que necesitaba en mi vida, las advertencias de las sombras se iban apagando conforme yo más lo amaba. Enterneció mis oídos con palabras que hablan de eternidades, de pasión, de amor, de futuro. Me endulzó un amargo existir. No puedo decirle que no, no puedo irme jamás.
domingo, 12 de enero de 2014
Mujer maravillosa.
martes, 7 de enero de 2014
Te necesito para escribir.
Le prestó una ilusión vaga para después con arrebato arrancársela. Yo te brindo esperanzas, le dijo, y desapareció.
Te llamé con apuro, estabas cuando querías. Te perdías por días si se presentaba el antojo ¿no es así? Yo tampoco comprendo lo que estoy diciendo, y está bien.
Está bien.
Comienza a hartarme el recuerdo de esa madrugada, la noche en que lo confesamos todo. Cada palabra que me provocó una sonrisa, ahora me causa un gran dolor. Auxilios inservibles, fe inútil. No sé a qué esperamos...
¿Por qué una persona con tales gestos y miradas malévolas es capaz de escribir tan maravillosamente? ¿Cómo una voz que escuché solo una vez puede trastornarme por años? Me siento un laberinto para ti. Intento oír más allá de estos susurros inhumanos, de este rasgar de paredes, de mi agitada respiración. Anhelo descubrir el paraíso delante de este infierno.
¡Un poco de silencio, por favor! Quiero escribirle otra vez, quiero atraparlo en mis letras, envolverlo. Recuerda que no podrás olvidar, olvidarlo jamás.
Una combinación de rostros que persiguen, y cada lugar le pertenece a su imagen. Una fotografía deformada, con sus trazos de odio, con las quemaduras de este viejo rencor.
El violín me hiere, la neblina me acorrala, el muchacho del piano ya no quiere producir melodías hacia mí.
Te ruego, toca para mí. Invádeme.
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jueves, 2 de enero de 2014
Empezando.
A los que aún me leen, gracias.
Quiero decir que el año pasado ha sido increíble. Ha tenido historias apasionadas, días felices, días difíciles. Quiero compartirles la satisfacción que me regaló la vida al darme cuenta de la cantidad de gente buena que hay a mi alrededor. Agradezco a los que se han ido, porque me han hecho valorar mucho más a los que siguen aquí. Infinitas gracias.
No puedo quejarme, he descubierto grandes cosas, he experimentado sensaciones preciosas, he evolucionado como persona, he remediado errores, me he hecho mejor. Tengo a Eduardo, y él me ama. Me conoce como ninguna otra persona. Nos complementamos. Tengo amigos que me adoran y que me escuchan; no los cambiaría nunca.
Me gusta la idea de respirar, a pesar de tantas caídas me alegra el hecho de encontrarme viva. De poder despertar en la mañana con la voz de Eduardo, de ver a mi hermano, de reír o llorar, de cada momento en mi vida, de ser quien soy.
No dejaré de escribirte.