miércoles, 25 de febrero de 2015

Si te hubieras quedado

Ojos tristes, si te hubieras mantenido aquí un poco más solo para permitirme mostrarte el lado oculto de la luna, llevarte de huida a mis planetas y a cada una de mis estrellas... Si te hubieras quedado un momento habrías descubierto la pasión enjaulada en mí que repite tu nombre. Sé que hoy no puedo hablarte de infinitos, porque incluso tu mirada ha de volverse gris.

Ojalá me hubieras dado una oportunidad, descubrirías que tus sombras y las mías se amaron en el pasado. Porque contigo me sentí protegida, porque sabía que me querías. Y yo te adoraba. 

La vida me ha hecho más loca, los horrores que atacaron mi salud mental no me abandonarán, me lo han dicho, e interminablemente les creo. Me paseo en el camino equívoco, al buscarte a ti me pierdo a mí. Pero él canta, y no dudo; No puedo ni sé olvidarte. 

viernes, 20 de febrero de 2015

Mi dulce compañía


Él cree que alguna vez entendió cómo me sentía, que era capaz de percibir mi alegría o mi dolor. En su consciencia se clavaron mis frases engañosas. Él imagina que mi pensamiento siempre fue suyo. Y está bien así, porque yo también creí y el cielo lo sabe. Pero en las madrugadas el drama surgía en sueños, mostrándome falsedades vencidas por tu nombre, por tu voz. Ojalá en lugar de desaparecer me hubieras odiado, por qué no me trataste con el desdén con el que desechaste a las demás mujeres que dijiste amar… Hubiera sido un poco más fácil. En cambio en silencio te fuiste, regalándome tu colección de recuerdos, abandonando a las sombras que creamos juntos. Las mismas que se volvieron en mi contra, ¡que no me dejan en paz!

Él tiene fe en algo que no existe, yo también tuve esa fe. De mis fragmentos formé un nuevo cielo de estrellas muertas. Acabadas por ti. Lamento la incoherencia de hablar de alguien que no lee.

Me hostigan tardes frías que inventan más historias sobre nosotros. Lo que sucede ahora es aún más grande que la realidad que compartiste conmigo. Una realidad que nos alcanzó para una sola página de mil anhelos. Tengo que terminar el libro, debo llenar cada hoja. Por aquello que ya no es.

Te necesito, fuera de adornos y hierba. Te quiero de vuelta y no sé qué más puedo hacer. Sé que la sensatez volverá a gritarme de relojes, de los días, del olvido y de un amor que me espera.
Un amor que no quiero.

Nunca fui tanto como lo soy al escribir sobre ti. 
Y no sé cuando acabaré el libro.

martes, 17 de febrero de 2015

Demonio encantador


Te pensé, cuando estaba convencida de ser libre, de la paz de mi corazón.
Como mis frustraciones volviste, burlándote. Fastidiando con tus risas. 
¿Realmente me creí ser tan fuerte ante tu dulce imagen de niño cruel?

Me miento otra vez, te entierro sabiendo con amargura que eres la historia de terror que siempre se repetirá. Inoportuno. No fui ni en esos días dichosos importante para ti, pero sigo siendo inútilmente tuya. 

Irónico que sea probable que ni recuerdes mi nombre.
Corina, Corina, Corina, Corina. Tu Corina, la que nunca olvidó. 
La que extraña aún tu torpe ortografía, la que reconoce tu blanca y tersa piel, la que sonríe melancólica a tus fotografías, la que acepta que está loca por seguir aquí. La que te ama o no. La que muere cada noche, porque fue una noche en la que dijiste que al mirar la luna estarías conmigo. 

He perdido la noción del tiempo, te escribo aunque hace tanto dejaste de leerme. Aunque la esperanza me grita que no sé si un día tus palabras vuelvan a cruzarse con las mías. Tal vez pueda llamarte con mi voz fuera del pensamiento.
Quizá, quizá cariño.

No supieron borrarte, perverso divino. No alcanzaron el lugar que ocupas en mí. ¿Para qué, infierno mío? Infierno de ojos negros. La cálida desesperación me arrastra a ti, recordándome las cadenas de una promesa maldita. Acabo por sentir que sigues aquí. 


Y no lo sabes.

lunes, 16 de febrero de 2015

Almas cercanas

Recuerdo aquellos días más que cualquier otra cosa, y los momentos que parecían acabar con todo terminaron siendo olvidados. No valían nada en su estupidez, Nunca valieron nada, 

Y puedo ser desdichada en muchas maneras, escribirle a la nostalgia de todo lo que nunca podré tener; pero sobre esto no existen mentiras, no hay duda pues es real. Vive como ninguna otra cosa en mi entorno. A su manera brilla, con su calor reconfortante me acompaña. A través de los años. A través de cualquier pelea, grito, o reconciliación. No todos logran perturbar la soledad como lo hago yo junto a ellos. Con dos amigos que en medio de risas y lágrimas se volvieron hermanos.

Hemos cambiado mucho, pero cambiamos juntos. Hay largos lapsos en los que dejamos de vernos, sin embargo el amor se mantiene intacto. No somos expresivos, lo sabemos, pero también sabemos sentirnos. Desde el corazón puedo sentirlos, desde el día hasta la noche. Quién sabe qué pueda recibirnos en el futuro, quién sabe a que gran nuevo problema debamos enfrentarnos; lo único seguro aquí es que en ello estaremos de la mano. Confío en esas dos almas con los ojos vendados. 

Tengo que escribir nuestra historia, de cómo algo simple se volvió maravilloso. De las mañanas de colegio; compartiendo la música, los anhelos, la extrañeza, las burlas, el color negro, las fotografías, los descubrimientos, el amor, las decepciones. De crecer; reconocernos, los abrazos, los cambios, las tazas de café, los juegos de mesa, el silencio. El cómodo silencio que solo provoca alguien en quien confías. Sin máscaras.

Los quiero, 

lunes, 9 de febrero de 2015

Vida de papel

La viajera se perdió en un sueño,
Modificando en amor las conjeturas.
Tracé una alucinación que supo entender el mal, y acariciar mi frustración.
Amarme como yo lo amaba.

No existió, la conciencia, un gesto amoroso. Con sus facciones inventé al monstruo que me destruiría. Esperándolo sobre la luna cliché de un poeta, solitaria, mi mente emprendió el viaje a sus labios. Su boca húmeda que añoraba, deseaba. Te juro que parecía apunto de desvanecerse.

Me quedé allí, y esperé que se hiciera real. Segura de oír sus pasos, de sentir el roce de su aliento sobre mi cuello, sus brazos enganchándose a mí para siempre. Ojos cerrados, sensación infinita. Su voz, como jamás la escuché.

Envejezco en el mundo de los sueños, donde miles de sombras emiten su propia fantasía. Nunca he hablado con ellas, pero las conozco como si fueran parte de mí. Porque compartimos la triste creación de vidas de papel.
No nos sentimos frágiles.

No estuviste aquí, ni siquiera me llegó el eco de tu sonrisa. Solo ha sido el personaje al que le concedí tu nombre. No te conocí, tan solo fui capaz de robar tus palabras y ajustarlas a mi vidriosa conveniencia. 
Soy yo quien al pasar los días se evapora. Soy yo.