lunes, 9 de febrero de 2015

Vida de papel

La viajera se perdió en un sueño,
Modificando en amor las conjeturas.
Tracé una alucinación que supo entender el mal, y acariciar mi frustración.
Amarme como yo lo amaba.

No existió, la conciencia, un gesto amoroso. Con sus facciones inventé al monstruo que me destruiría. Esperándolo sobre la luna cliché de un poeta, solitaria, mi mente emprendió el viaje a sus labios. Su boca húmeda que añoraba, deseaba. Te juro que parecía apunto de desvanecerse.

Me quedé allí, y esperé que se hiciera real. Segura de oír sus pasos, de sentir el roce de su aliento sobre mi cuello, sus brazos enganchándose a mí para siempre. Ojos cerrados, sensación infinita. Su voz, como jamás la escuché.

Envejezco en el mundo de los sueños, donde miles de sombras emiten su propia fantasía. Nunca he hablado con ellas, pero las conozco como si fueran parte de mí. Porque compartimos la triste creación de vidas de papel.
No nos sentimos frágiles.

No estuviste aquí, ni siquiera me llegó el eco de tu sonrisa. Solo ha sido el personaje al que le concedí tu nombre. No te conocí, tan solo fui capaz de robar tus palabras y ajustarlas a mi vidriosa conveniencia. 
Soy yo quien al pasar los días se evapora. Soy yo.

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