sábado, 5 de diciembre de 2015

Evoco

Deja que te diga algo de lo que no me arrepiento: De ti. Eres lo único que me ha salido bien.
Ojalá mi mente no fuera tan vaga, porque siempre se encarga de difuminar hasta los recuerdos más hermosos. Cómo desearía que mi memoria fuera exacta, permanente; soportaría las remembranzas de malas experiencias con tal de recordar a detalle todo lo que viví contigo. Todo lo que hizo que me enamorara de ti.

Qué extraño - digo con ironía - volver a necesitar del pasado. Volver a ti, en aquellos días de sol en dónde nada importaba, en dónde de modo extraño solo éramos tú y yo. Conversaciones, seguridad y muchos libros. Muchos libros. ¿Tú recordarás? Espero que sí, te aseguro que me quedo con eso.
Me niego a llamarlo amor, porque resultaste aún más que eso. No puedo definirte, no puedo...

Gracias al destino o a la casualidad por conocerte, porque llegaste a mi vida para que yo siguiera escribiendo. No me importa a quien le agrade y a quien no... Pero me hiciste escribir, día con día eras tú. Te escribí con ilusión, con decepción y con odio. Te escribí, te escribí, te escribí. Qué deliciosas me saben las palabras cuando las pronuncio así. Suavemente te escribo.

La noche está estrellada, y él no está conmigo...

Quiero acordarme de todo, Perseo. Quiero acordarme de la primera vez que hablamos, de lo indiferente que fuiste y de la mala primera impresión que tuve de ti. Quiero acordarme de cómo fue que me agradaste, y del instante exacto en el que mi corazón decidió acunarte. El instante exacto en el que sonreí diciéndole tu nombre a las paredes.

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