martes, 15 de diciembre de 2015

No hay colores en el viento

En este post trataré de hablar sólo con la verdad, y ni siquiera me atrevo a publicarlo en ninguna otra parte. Probablemente logre que nadie pueda leerme, y está bien; es una estupidez, pero está bien. 

  Me estoy ahogando en ese pozo sin fondo del que tantas personas con depresión hablan, estoy llenándome de ansiolíticos que ya no hacen efecto, cigarros que desfilan por mi boca para que al final me causen un asco extremo. Tengo marcas negruzcas entre los dedos de mi mano derecha a causa de ellos. Ni siquiera siento nada cuando fumo; No puedo sentir nada. Pobre absurda.

  He caído en una obsesión que me avergüenza, que aún en toda mi sinceridad no puedo traducir en palabras. Sin embargo, todos pueden notarlo ¿por qué no soy capaz de dejar de proyectarlo tan obviamente? Ni eso puedo hacer bien, quisiera morirme y nada más me interesa. Quiero cerrar los ojos y dormir, dormir es una ilusión. Dormir es la paz.

  No sé qué me pasa, y al mismo tiempo lo sé. Entiendo que estoy enferma, pero no quiero salir. No quiero dejar de intentar alcanzar esa meta siniestra y estúpida. A veces quisiera encerrarme para siempre en el psiquiátrico, sé que eso también es descabellado ¿quién lo desearía? Tal vez sólo yo que quiero escapar del mundo. Tal vez sólo yo. 

  No sé qué quiero, no sé que no quiero, mi mundo y mis letras solo son un no sé constante. Repetitivo, repetitivo, no sé... Ya no me acuerdo de nada, ya no me acuerdo de cómo me llamaba, de cómo sonreía y se formaban hoyuelos en mis mejillas. Ya no me acuerdo de esa risa que dolía. Del dolor, tampoco sé de tristezas y dolor. Dolor, dolor, dolor. No tengo vida, ya no la tengo.

https://www.youtube.com/watch?v=f_ZZWaQoPiY

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