viernes, 31 de diciembre de 2021

Te entrego mi fe restaurada

Dios, Ayla, Universo, sea como sea que te llames; creo que eso nunca ha sido lo importante. A ti te pido ayuda, porque por ahora no tengo otra herramienta para aprender a vivir. Por favor, quédate conmigo y con mamá. Ahora más que nunca te necesitamos cerca, prometo intentar poner de mi parte para superar este dolor, sólo te pido que no permitas que mis noches equivoquen mi postura, mi determinación. Yo pongo mi cuerpo, pon el amor que me hace falta. Yo dejaré de hacerme daño como una ofrenda a ti, por última vez pongo mi fe en tu desconocido poder, ayúdame a respetar lo que aún me queda. Dame esperanza, dame valor, dame fuerza, porque sola no puedo.

Ojalá tu poder pueda abrirle los ojos a mi padre para comportarse como un hombre de palabra se debe comportar, pero si no se puede ayúdame a que no duela tanto. Él me dio la vida y no es fácil darme cuenta de que le es indiferente. Ya no quiero que me haga falta su cariño ni su protección, por favor, ayúdame a independizar mi corazón de su comportamiento. Estoy harta de que me vea llorar, dame la firmeza para usar las palabras adecuadas, para defender mi enfermedad y defender mi lucha interna.

Por ahora es todo lo que tengo. Quítame de la mente las tonterías que dice mi hermana, ayúdame a entender que ella necesita sanar también, ayúdame a confrontarla con madurez y no con la rabia. Cada uno lidia con sus propias dolencias, ojalá tu poder la sane a ella también. Y respecto a mi hermano, sé que sus intenciones nunca han sido malas, sé que es un buen ser humano, sólo necesita encaminarse a lugares adecuados, encontrar su camino, así como yo. Ayúdalo, porque sin ti no encuentra la luz.

Dios, Ayla, o Universo; yo prometo poner de mi parte, no me dejes sola. Respetaré mi cuerpo, respetaré mi mente, trataré de curar mis heridas por mi propia cuenta, hasta que tenga ayuda externa de un profesional. Perdóname por tanta soberbia, por mi falta de fe, pongo mi corazón en ti para restaurar mi esperanza en la espiritualidad. Suelto esta ancla y me sostengo de tu mano, seas como seas, estés en donde estés, seas inmenso o pequeño, yo confío en ti, y confío en que estoy aquí porque tú así lo deseas. Por favor, sana el corazón de mi familia. Quiero ser valiente, poco a poco salir de este caparazón que creé. Sólo quédate a nuestro lado.

Me rindo ante ti, porque si no creo en esto que hoy siento, no tengo nada por lo que vivir.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Valium

Mi cuerpo está flotando, las órbitas de mis ojos tiemblan. No entiendo qué pasa, pero me gusta sentirme muerta. ¿Será así de exquisita? Ojalá que sí, para cuando sea mi turno. Tengo unas ganas inmensas de cortarme las venas, pero no lo voy a hacer. Todavía me sobra un poco de empatía en medio de tanta depresión. Auxilio, no puedo sostenerme, mi cuerpo se escapa, y no puedo alcanzarlo. Somos como dos, un ente físico y uno fantasmal, yo siendo el segundo.

Quisiera fumarme todos los cigarros que hay en el mundo, y quisiera tragarme todas las benzodiazepinas que existen en el planeta, y esnifar cocaína como si fuera una experta. No puedo escapar de mi mente, pido perdón, el dolor es demasiado grande.

domingo, 19 de diciembre de 2021

Y después de los fármacos...

Odio descubrir con el pasar del tiempo lo injusto que puede llegar a ser existir con una enfermedad mental. Que la gente satanice los medicamentos recetados, ¿si me quiero suicidar que quieres que haga? ¿Si no me quiero levantar de la puta cama y lo único que vuelve a darme motivación y color son las pastillas? No, no me pidas que le “eche ganas”, no funciona así.

Llevo varios días sin tomar la medicación, y puedo ver cómo los colores se van volviendo gris y negro. Vuelvo a sentir que aterrizo en una realidad que duele, latidos que están cansados, ojos que no paran de llorar sin razón. Y no hay psiquiatra, no hay psicólogo, no hay pastillas… Porque no hay dinero. Vuelvo a sentir la pesadez de los días y las ganas de dormir se intensifican. Me siento cansada aún sin hacer nada, y las pocas cosas que me gustaban tampoco las puedo hacer.

Yo sé que no puedes entenderme, que las cosas son extrañas para quien no necesita de una pastilla para levantarse en las mañanas. No quiero ser una adicta más, pero tampoco me creo lista para dejarlo. Las necesito, porque me muero y fantaseo con que todo termine, con que la tierra me trague, con evitarlo todo. Ya no puedo ser la misma que antes fui.

He tenido que dejar la medicación a fuerza de no poder costear psiquiatra, y me he vuelto a herir. La vida se ve diferente, he perdido las ganas de aventura, la necesitad de correr riesgos, la soltura de cantar mientras lavo los trastes, la voluntad de ver a mis amigos sin miedo a ser juzgada. Y después de los fármacos me vuelvo a sentir hueca, mi pecho hace eco, ya no tengo nada. No tengo nada.

sábado, 11 de diciembre de 2021

Blureado

 Desde niña siempre soñé, como en un teledrama, con bailar un vals con alguien del que me sienta jodidamente enamorada. Me imagino todavía con un vestido victoriano de color carmesí con detalles en negro, y tú, con un tradicional traje y corbata. Tú tomando lo único que me gusta de mí, mi cintura, y yo; anclada a tus hombros que apenas alcanzo. 

Todavía imagino mi cara recostada en tu pecho mientras nos movemos de un lado para otro como torpes bailarines, sin espectadores, en un gran salón vacío donde la música crea un eco hermoso. Y quiero que aspires el olor de mis rizos. Y quiero besarte con ternura con tus manos sobre mi cara sonrojada y llena de lágrimas.

No hablo de matrimonio, hablo de bailar un vals. Muchas veces creí conocer tu rostro perfectamente, cada detalle, y te amaba mucho. Te amo. Pero, qué asco de vida, ahora no sé quién eres, ni cómo te llamas, no adivino tu rostro. Pero te necesito. 

Te necesito. 

jueves, 9 de diciembre de 2021

Cortando muñecas

Es para los que no tenemos las agallas de suicidarnos, pero qué bien se siente. ¿En qué momento ver la sangre manar en una toalla vieja se volvió placentero? Y no, no hablo de que me guste sufrir, sólo me gusta verme sangrar, como si hiciera un ensayo de la muerte una vez, y otra y otra. Como si papá me volteara a ver y dejara de fingir que no ve mis cicatrices.

Algunas personas en este mundo lo entendemos, no sé cuántas exactamente, pero sé que ahora mismo, cinco de la madrugada; habrá alguien como yo en cualquier parte de la tierra, cortándose con una navaja de afeitar, con un cuchillo, con un sacapuntas.

Y cada vez que creo me he recuperado, vuelven los histéricos o tranquilos ataques de odio a mí misma. Porque me valoro tan poco que me golpeo las piernas hasta amoratarlas, porque me siento tan pequeña que me corto las muñecas en reiteradas ocasiones, sin conseguir la muerte, sólo olor a hierro, sangre coagulada. Sangre coagulada que me demuestra que mi cuerpo no está de acuerdo conmigo, que él no quiere morir aún. Qué inteligente y qué maldito a la vez.

Mi grito de ayuda hace eco, porque lo escribo pero no lo digo, porque si lo dijese lastimaría a la única persona a la que le importo y no sé qué sería capaz de hacer. Perdóname, todavía no he podido parar de lesionarme. Por favor, no me odies.

Papá, tú indiferencia me está matando aún a mis veintisiete años, ¿Qué me espera después? Vas a hacerme sentir culpable cuando mueras, cuando tuviste mil oportunidades de acercarte a mí, de preguntarme cómo me siento, de preguntar por el psiquiatra, por el TCA, por las autolesiones. Te has vuelto sordo a mis súplicas de auxilio y a veces no sé si tengo que matarme para que vuelvas a oír, para que te des cuenta de lo que un padre hace por amor a un hijo. Papá, ¿sufrirías si yo muero? Por lo menos sé que deseabas que fuera niño y no niña. Me regalabas balones cuando yo te pedía muñecas.

Ahora tengo mis muñecas melancólicas y carmesí, lo he logrado, he conseguido lo que quiero. Universo, esta locura me va a llevar al arrepentimiento y a la culpa pero no puedo parar. Cortarme es lo único que siento en mi control, qué tan profundo, en qué zona escondida, con cuántas pulseras me llenaré esta vez. Mi decisión, hasta que pase lo realmente deseable, el sueño profundo. Ay vida ¿por qué me entregaste a un mundo en el que no sé vivir? No estoy hecha para esto, no funciono aquí, desde mi infancia supe que las personas eran ajenas a mí, como si fuese una humana de otro planeta. Lejano, lejano, y quisiera volver. O detener tanto desconsuelo.

Soy miserablemente malagradecida, porque aunque no siempre pasen cosas malas, aquí estoy, cortando la piel, haciéndome la víctima, sin poder olvidar mi horrible adolescencia y las cosas que mis ojos inocentes tuvieron que ver y que sentir. Lo que mis oídos tuvieron que escuchar. El odio y la indiferencia que marcaron mi vida. Tal vez por eso me lesiono, para llamar la atención de un ciego.

Qué pendeja.

sábado, 4 de diciembre de 2021

Prosa de un amor ficticio

Él la espera pacientemente bajo el sauce, ella corre con sus cabellos grises acoplándose al viento. Hace frío pero sus corazones les calientan el pecho. No sé si sean muy distintos o si se parezcan, sólo sé que ambos están enamorados. Tampoco sé si sea un amor de novela, de tiempo y esfuerzo; o si sea un capricho ligero pero excitante.

Pero se siente paz, se siente una caricia en la piel que se eriza. Ellos se besan con ternura, sin prisa, son adultos, no tienen de quién esconderse ni adónde llegar temprano. Aquí no hay príncipe y Cenicienta. Sólo dos personas comunes que quieren abrazarse. Ese abrazo se siente maravilloso, ambos se protegen. Dentro de mí una fantasía, una ilusión me susurra que sí; ellos se aman.

Y ojalá las inclemencias de la vida no los haga olvidar este momento que no tiene fotografías, todo queda en su memoria. Ojalá se esfuercen, ojalá luchen, que jamás se falten al respeto, que comuniquen lo que necesitan, que sea un amor sano, no un amor de colegio superficial y de sexo sin sazón.

Por ahora, bésense, abrázalo, abrázala, por ahora estrechen sus manos bajo el sauce, porque el tiempo aquí no existe.

jueves, 2 de diciembre de 2021

No me gusta diciembre

Probablemente lo único espiritualmente bueno de este mes sea el cumpleaños de mi mamá. Porque significa que la vida me da otra oportunidad de estar con ella. Por lo demás parece que diciembre en mi entorno significa necesidad, lágrimas y mucha depresión invernal.

No, efectivamente no me gusta diciembre, porque mi familia sufre, porque la ansiedad es lo principal. Y las luces de navidad en casas vecinas sólo nos entristecen más, porque nosotros ya no podemos darnos esa oportunidad de ver brillar la casa, de decorar las habitaciones y los baños, la puerta principal y el árbol frente a la ventana.

Tengo miedo, no quiero perder a nadie más este diciembre, quisiera que las festividades no existieran, que fueran días cualquiera, poder fingir en mi cuarto, olvidándome de todo. Abrazada a mis sábanas y calentándome con una vela con olor a canela. Soledad. ¿Se podría?

No me gusta diciembre.