Nunca fuiste mi padre, a mis veintiocho lo entiendo. Me tardé ¿verdad? Sé que será duro el proceso de aceptación. La decepción y deslealtad. Tú, estando sobrio...jamás te importaron mis intentos de suicidio, ni ver cómo me desangraba cada vez que me abría la piel. No te importó ver cómo me quemaba o me golpeaba, me rasguñaba, me destruía.
Nunca entendiste mi TCA ni te tomaste el tiempo de investigar lo que eso significaba. ¿Y mi TLP? Ni hablar. Sólo te importó tener a tu amante-sirvienta en el departamento. No puedo ser hipócrita: te odio y no sé cuánto tiempo me tomará dejar de hacerlo. Pero nunca más te consideraré un padre, hasta el día en que uno de los dos muera. Porque tengo mucha MADRE.