sábado, 29 de octubre de 2022

Carta no. 1000 a un padre que jamás lo fue

Nunca fuiste mi padre, a mis veintiocho lo entiendo. Me tardé ¿verdad? Sé que será duro el proceso de aceptación. La decepción y deslealtad. Tú, estando sobrio...jamás te importaron mis intentos de suicidio, ni ver cómo me desangraba cada vez que me abría la piel. No te importó ver cómo me quemaba o me golpeaba, me rasguñaba, me destruía.

Nunca entendiste mi TCA ni te tomaste el tiempo de investigar lo que eso significaba. ¿Y mi TLP? Ni hablar. Sólo te importó tener a tu amante-sirvienta en el departamento. No puedo ser hipócrita: te odio y no sé cuánto tiempo me tomará dejar de hacerlo. Pero nunca más te consideraré un padre, hasta el día en que uno de los dos muera. Porque tengo mucha MADRE.

jueves, 13 de octubre de 2022

Poetas muertos

 Malditos, son un coñazo. Estoy harta de tener que corregir follar por desnudarse en la cama a la luz de la luna, por tener que hablar de cigarrillos después de un buen sexo en lugar de hablar de porros mal envueltos y asqueroso olor a yerba. ¿En qué momento de mi adolescencia decidí ceñirme a sus estúpidas reglas de belleza? Me apegué a la filosofía del romanticismo y decidí sólo escribir de sufrimiento con los cánones establecidos por personas que murieron hace mucho tiempo, que aunque recordados, ya no son nada para el universo, nada. Si yo tampoco seré importante, a veces desearía soltar vulgaridades sin sentirme mala escritora. Maldecir, mexicanizar mis obscenidades, hablar del cuerpo de una mujer y del cuerpo de un hombre con realidades. Nada de limpieza en mi narración, y explicar el dolor de forma más literal. Nadie me obliga a nada, pero los odio, poetas muertos, los tengo clavados en mi memoria para bellas letras hechas para ser enmarcadas en el cuadro del cerebro de quienes me lean… fumando un cigarrillo y bebiendo una taza de té. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Lo extinguible

Sin ello no hay ningún sentido, me dirijo y nos dirigimos por el mundo con la muerte a nuestra espalda. Creemos hacer nuestras actividades como si tuvieran razón de ser. Darse un baño de agua caliente, tomar café, ejercitarse, lectura impulsiva, trabajar en horarios de oficina, escribir mal. ¿Y para qué? Mi idea no es ser fatalista, mi prosa sólo quiere entender por qué a algunos les toca peor que a otros, por qué mi cerebro funciona mal, por qué lo normal es no temerle a la muerte, ni desearla por ratos. La ansiedad está acabando conmigo, por momentos mis dientes castachean y no tengo frío, mis ojos lagrimean y ni siquiera tengo un motivo para llorar. 

En dos mil veintidós las personas ya no quieren proteger ni ser protegidas, ahora está de moda depender de uno mismo, y eso asusta, porque la vida me enseñó que algún día se me iba a salvar de esta masacre. Tampoco es mi intención comparar mi dolor con el de los demás, pero al escribir tengo la libertad, la única libertad de hablar de mí, de ser escuchada por mis propias palabras. Esto no ha sido fácil, cada día lo deseo con todas mis fuerzas. El camino A o el camino B, pero algo que me saque de aquí, porque me valen madre las intenciones del mundo de ahora, necesito ser rescatada. Y después, si hay después, quizás deje de ser marea para transformarme en mar. 

martes, 11 de octubre de 2022

Limítrofe personalidad

Aún mi cuerpo no logró exangüe, y a mis veintiocho apenas logro aceptar con resignación que este demonio me acompañará hasta la muerte. Quizás podrá fingir, quedarse dormido por momentos; pero a la llegada de la noche me dirá en el oído que no tengo salida. Soy la marea que arrasa con todo, cualquiera en mi entorno terminará dañada, y se irán como siempre.

Mi amor se oculta en el conticinio, me confunden con bipolaridad ¡Qué enredo! Emociones como ruedas de infortunio. Dicha, caos, alegría, tristeza, ganas de vivir, suicidio doloroso (consuelo divino). ¿Quién soy? ¿En dónde aguarda mi alma real? Escondida en un rincón de mi cerebro.

¡Malditos doctores que no curan, sólo adormecen! La locura tal vez, la medicación, temo por los demás, mi propia existencia hace tiempo que me da igual. Límite de dicha, límite de dolor. Aspiro al equilibrio, a la paz, algún día brindar alacridad, matar la calígine y procrear calipedia. Como un ser humano común. 

06.10.22