miércoles, 18 de junio de 2025

Cuando el abismo escribe por mí

Yo no hago introspección, yo excavo. Me trato como si fuera una ruina que solo vale si puede exhibirse en una galería de dolor. Vivo como si cada crisis fuera una obra maestra en proceso. Pero no. A veces no es arte. A veces solo me estoy jodiendo la vida y lo escribo bonito para que duela menos.

Tengo más recaídas que un mal chiste sobre adicciones, y las narro como si fueran parte del camino. Como si doler fuera sinónimo de sanar. Pero no todo es poético. A veces simplemente me estoy dejando caer otra vez, y lo disfrazo para que parezca elección.

Me digo fuerte porque me sostengo sola, pero a veces siento que le tengo más miedo al alivio que al dolor. Como si dejar de sufrir fuera traicionarme. Me desgarré tanto en prosa que ya no sé si me reconozco cuando no hay sangre en lo que escribo.

Y esto de preferir la soledad… no siempre es valentía. A veces es aislamiento maquillado de independencia. Me cuesta admitirlo, pero me da miedo que alguien se acerque y vea lo que realmente hay detrás: una niña agotada, con hambre, con frío, con un nudo que no se deshace escribiendo. Con ganas de que alguien la mire sin juicio, sin prisa.

Y lo peor es que ya lo sabía. Ya me lo había dicho mil veces. Solo necesitaba leerlo sin anestesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario