Tengo que despedirme de ti, aunque me duela, aunque a veces te extrañe, e imagine qué hubiera sido si hubiésemos sido historia.
Es que, aunque en ocasiones tu recuerdo me hiere, no cambiaría el amor verdadero que ahora tengo, por ti. Nunca.
¿Puedo sincerarme? Tu tibieza no
me daba lo que quería: la paz de saber que un ser humano te ama,
con toda su luz, pero también con su mísera oscuridad.
En lo próspero y en lo adverso, dicen.
Y yo lo creo, por toda la sangre
que he perdido. Lo creo.
No miento, por supuesto que te quiero. Pero de un modo distinto,
en el que te deseo amor y tranquilidad. Independencia para descansar, y tener una vida en la que se te permita pausar y disfrutar.
Tengo que dejar que te vayas.
Tienes que dejar de parecer mi hogar.
Tenemos que soltar… y respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario