jueves, 12 de junio de 2025

Después del filo, el eco

Recaí.

Y no fue como la primera vez, ni como la peor... Fue peor de otra forma:
no dolió como antes, pero se sintió familiar..Como volver a casa después de años, y encontrarla exactamente igual: rota, sucia, tuya.

Me miré al espejo sin sorpresa.
El cuerpo ya no grita, susurra. Y ese susurro es peor, porque se parece a mi voz.

No fue hambre de comida. Fue hambre de ser querida. De sentir que merezco algo sin tener que sangrar por ello. Fue hambre de no ser olvido en la mirada de alguien. Fue hambre de que alguien —aunque sea una sola vez— me dijera: “Quédate. No te vayas aunque ardas.”

Y ardo.
Después del filo, no hay alivio. Hay eco..Un eco que repite lo mismo de siempre: 

"Lo estás arruinando",
"nadie va a quedarse",
"te vas a quedar sola".

Pero después de la recaída,
después del hambre,
después del eco...
respiro.

Respiro como si eso bastara.
Como si respirar ya fuera una forma de quedarme, una forma de decirle a esa parte de mí: “No ganaste esta vez. Pero sé que volverás. Y aún así… aquí estaré."

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