Cómo objeto tangible tengo la torpeza de tu caligrafía conmigo. Un papel desgastado que en su dobles ya no se endereza. Un secreto que guardo en mi corazón, tus palabras y aroma cerca mío. Cuando te leo puedo volver a tocar tu risa de octubre y su otoño, retengo el recuerdo de tus besos para siempre.
Tu carta mantiene tu imagen y tu voz perpetuas para mí: aún me estás salvando. Del diablo, del miedo y el caos del vacío.
Tu lengua vive en mis sílabas, vínculo poético que hace eco del amor que alcanzamos a sentir. En mí ya eres historia y huella tatuada con tinta de melancolía. Ahora caminas por calles que no conozco, haciendo vida con personas a las que no puedo dar nombre.
Pero... Llevo conmigo la prueba dolorosa de que alguna vez fuimos. Te juro que te llevaré hasta que mi memoria falle y mi espíritu escape.
Da igual cuantas monedas tenga o se pierdan, tu carta permanece, cuidando el único idioma con el que puedo hablar contigo.
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