Te dejé ir antes de que decidieras marcharte, dentro de mí una voz consejera me advirtió que ibas a romperme en pedazos, mi homicida decisión fue destruirlo todo, incluyéndome.
Las flores que me regalaste se hicieron mi perfume; pétalos suaves y hermosos de todos los colores. Me di cuenta que no estaba dispuesta a verlas morir mientras su aroma se intoxicaba.
Seguí el consejo de un inseguro corazón que apenas conocía el amor. Me dijo como sentencia: quémalas, quémalo todo, hazle un ataúd a tus ilusiones y llora. Por ti, por él.
Y eso hice, pero no hablaba de flores. Preferí matar este amor porque en el fondo sabía que jamás ibas a luchar por mí.
En esta catástrofe anunciada, estoy de a poco más tranquila, aquí nadie me escucha llorarle a este triste desamor.
Las flores que me regalaste se hicieron mi perfume; pétalos suaves y hermosos de todos los colores. Me di cuenta que no estaba dispuesta a verlas morir mientras su aroma se intoxicaba.
Seguí el consejo de un inseguro corazón que apenas conocía el amor. Me dijo como sentencia: quémalas, quémalo todo, hazle un ataúd a tus ilusiones y llora. Por ti, por él.
Y eso hice, pero no hablaba de flores. Preferí matar este amor porque en el fondo sabía que jamás ibas a luchar por mí.
En esta catástrofe anunciada, estoy de a poco más tranquila, aquí nadie me escucha llorarle a este triste desamor.
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