domingo, 22 de agosto de 2010

Un baile de fantasía.


Danzábamos alrededor de la pista como dos locos, era la primera vez en toda mi existencia que me sentía sinceramente especial. Él me tomaba de la cintura de una forma en la que me demostraba que
siempre me cuidaría, que siempre estaría para mí. Sus ojos iluminados estaban sedientos de verme. Su boca que embriagaba se ajustaba en ocasiones a la mía. Me sentía dentro de una novela cliché, una pequeña princesa custodiada por su príncipe. Aquel momento pecaba de mágico, fue como si las demás personas hubiesen desaparecido y él y yo estuviéramos bailando sobre las nubes, con las estrellas brillantes expectantes hacia nosotros. La luna nos guiñaba un ojo y el sonido de nuestros pies moviéndose, formaban una melodía romántica.

  Emocionada, coloqué mi cabeza sobre su pecho. Él formaba dibujos enigmáticos con sus dedos sobre mi espalda, después acariciaba mi cabello y situaba su mejilla ardorosa sobre la mía. Le susurré que lo
quería, le dije que lo amaba. Me sonrió entusiasmado como si mis palabras le hubieran inyectado una dosis de júbilo, satisfacción y dulzura.

  Más bailábamos y más nos amábamos.

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