viernes, 16 de septiembre de 2011

Él no me ama más.


Sabes cuánto te extraño, siento que cada sonrisa que me dedicaste está guardada en mi memoria y no se borrará jamás. Siempre te he considerado mi querida alma gemela. Te tengo más presente que nunca. Como en este día de septiembre en soledad, tu recuerdo me vuelve a atacar, me persigue. Yo intento escapar y me doy cuenta de que todavía tengo las cadenas de tu amor. Porque no me bastan las palabras para hacerte saber lo que has significado en mi vida, el golpe que rompió por completo mi estabilidad emocional.

Recorro nuevos caminos, intento encontrarles algo mejor que lo que hallaba en el tuyo, pero no existe comparación, no puedo reemplazarte, no podré jamás. Abrázame una vez más, acaricia mi tristeza, condéname un poco más a tus venenosos labios, detén mi aliento de nuevo, quédate más tiempo. No concibo una existencia grata sin tu mano sobre la mía, sin tus ojos asesinando los míos, sin tu piel, tan dulcísima piel. ¿Es que acaso no he sido lo suficientemente explícita?

Eres más que una simple inspiración temporal, eres mi única musa. No puedo describir las sensaciones que provocas en mí cuando te siento tan cerca. Mi garganta se transforma en desierto y las palabras se niegan a brotar cuando quiero expresarte mi sentir.

La confusión desea ganarme la batalla. Las estrellas me forman mil dudas más. Pero tú eres la luna, tú siempre serás más brillante que cualquier otra distracción en el anochecer, sólo puedo amarte a ti, a ti.

La tinta y el papel esconden mi secreto, me brindan un poco de paz. Alcanzo el nirvana cuando escribo sobre ti, cuando te pienso, a pesar de los kilómetros. Las letras a mí te acercan. ¿Cuánto tiempo más tendré que esperar por ti? Juro, siento que ha pasado una eternidad desde tu partida y repito en mi mente con melancolía las últimas palabras que me dejaste a merced antes de alejarte, para nunca volver.

No quiero esperarte, pero el corazón me maldice, reniega y se enfurece, me obliga a esperarte el tiempo que sea necesario, quizás hasta que muera.

Demonios, no puedo dejar de quererte. Aborrecibles llamas del olvido, él ya no me necesita, él ya no me ama. Él no me ama, él no me ama, él no me ama. Quisiese tanto que lo hiciera.

Quisiera oír una hermosa canción de sus labios otra vez, sólo para mí, como en algún momento fue. Ojalá pudiese regresar a aquél tiempo en el que yo representaba su locura, su enamoramiento, su todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario